Brahe y Kepler, la extraña pareja

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Tycho Brahe fue el primer astrónomo europeo que pudo equipararse a Hiparco como observador del cielo.

Su nacimiento, el 14 de diciembre de 1546 en Escania, en el seno de una familia nobiliaria danesa, fue tan peculiar como su propia vida. Estando su madre, Beate Bille, embarazada de gemelos, se hizo un acuerdo familiar por el que se establecía que uno de los dos niños sería adoptado por su tío Jorgen Brahe, que no tenía descendencia, y contaba con importantes posesiones. Finalmente, el pacto no se cumplió ya que el hermano de Tycho nació muerto. Pero la cosa no quedó ahí. A los dos años, Brahe fue llevado con sus tíos sin el conocimiento por parte de sus padres y estos lo criaron y educaron como si de su propio hijo se tratara. El insólito secuestro resultó beneficioso para nuestro protagonista ya que su tía y madrastra, Inger Oxe, pertenecía a una familia cultivada, cuyos intereses iban más allá de la educación militar y el Servicio al rey, que ocupaban la vida de los Brahe. Gracias a ella adquirió una formación académica que hubiera resultado imposible de haber seguido viviendo al lado de sus padres. Le enviaron a la Universidad de Copenhague para estudiar Derecho y durante su estancia, la contemplación del eclipse del 21 de agosto del 1560 y la exactitud de su predicción, le impresionaron de tal manera que empezó a estudiar astronomía por su cuenta con la ayuda de varios de sus profesores. Al fin y al cabo, la astronomía era considerada la ciencia más cercana a los cielos.

A los dieciséis años dejó Dinamarca para ir a la Universidad de Leipzig a completar su educación. Estudió  astronomía con Barholomew Schultz quien le enseñó algunos trucos para mejorar sus observaciones. Un año más tarde, tras la incorrecta predicción de la conjunción de Júpiter con Saturno  tanto en las tablas Alfonsinas como en las Pruténicas, tomó una importante decisión: volvería a medir las posiciones de estrellas y planetas ex novo. Las Tablas Alfonsinas, publicadas en Toledo el 1252 y confeccionadas por cincuenta astrónomos árabes y judíos bajo el patronazgo de Alfonso X el Sabio, seguían el modelo clásico de Ptolomeo mientras que las Tablas Pruténicas estaban basadas en el modelo de Copérnico y fueron dedicadas al rey de Prusia.

En 1562, dejó Leipzig para regresar a Copenhague a causa de las complicaciones de la guerra entre Suecia y Dinamarca y llegó a participar en algunas batallas navales. El 21 de junio de ese año, falleció su tío y, con la herencia en la mano, pudo completar su formación como astrónomo a pesar de la oposición familiar. Viajó a la Universidad de Wittenberg y, más tarde, se estableció en Rostock, donde se tituló, cursando estudios de astrología, alquimia y medicina.

Tycho Brahe

Tycho Brahe

Tenía un carácter difícil con una especial tendencia a las peleas. El 29 de diciembre de 1566, se batió en duelo con otro estudiante para ver quién era mejor matemático. La discusión se había iniciado días antes durante la celebración de un baile en la casa de un profesor, pero entonces pudieron separarlos. Días más tarde, en otra fiesta, decidieron defender su honor matemático a capa y espada y como resultado Brahe perdió la parte superior de la nariz y se diseñó una prótesis. El problema es que esta se caía con facilidad y Tycho tuvo que llevar siempre una tabaquera con un ungüento glutinoso con el que se frotaba la nariz postiza para mantenerla en su sitio. Durante cuatrocientos años se creyó que la prótesis estaba hecha de oro y plata, pero en la última exhumación del cadáver de Brahe, que tuvo lugar en 2010, se comprobó que el material de fabricación era el bronce. En cualquier caso, como consecuencia de este episodio, su interés por la medicina y la alquimia se acrecentó.

Cuando volvió a casa, en abril de 1567, su padre estaba muy interesado en que iniciase una carrera política pero Tycho le persuadió para que le dejase hacer otro tour al extranjero. Primero volvió a  Rostock, y más tarde fue a Basel, Freiburg, y Augsburg. Llevaba tiempo trabajando en la mejora de los instrumentos de observación pero en Augsburg fue más allá y empezó a diseñar uno. Dado el coste previsto de su obra, realizó las gestiones oportunas para obtener un patrocinador que asumiese la mayor parte de los gastos de su construcción. Aproximadamente un mes después tuvo un grandioso cuadrante erigido  en la finca de su mecenas a las afueras de la ciudad. Era muy preciso pero sólo podía realizar una observación por noche ya que era tan pesado que se requerían muchos criados para alinearlo. No fue el único instrumento de grandes dimensiones que ideó, le siguió el mayor globo celeste hecho de madera.

Los últimos días de 1570 se vio obligado a abandonar Augsburg para regresar a Dinamarca. Su padre, Otto, estaba gravemente enfermo y falleció en mayo de 1571. Tras su muerte, fue a vivir con su tío materno Steen Bille a Herrevad Abbey y empezó la edificación de un observatorio y de un laboratorio de alquimia, ciencia que, en ese momento, ocupaba su mayor interés.

Johannes Kepler

Johannes Kepler

Ese mismo año, en Weil der Stadt, nació Johannes Kepler en el seno de una familia protestante luterana que había tenido renombre en la ciudad pero que ya estaba en decadencia. Su padre, Heinrich Kepler era mercenario en el ejército del duque de Wüttemberg y estaba siempre en campaña. En palabras de su propio hijo era bruto, inmoral, pendenciero, vicioso y maleducado. Cuando Johannes tenía cinco años, su progenitor desapareció y fue su madre, Katharina Guldenmann, quien promovió sus intereses intelectuales. Hija de un posadero, regentaba la casa de huéspedes y también era curandera y herborista. Al final de su vida, estas ocupaciones pudieron haberla conducido a la hoguera si Kepler no hubiese intervenido en su favor.

Fue un bebé prematuro y  un niño hipocondríaco y débil. Siempre sufrió de una salud precaria pero la enfermedad de infancia que le reportó peores consecuencias, fue la viruela. Le afectó la vista de forma severa, limitándole de por vida de la capacidad para hacer observaciones astronómicas.

A los seis años, su madre le llevó a contemplar el cometa de 1577 y empezó a mirar el cielo de otra manera. Tres años más tarde, la visión de un eclipse de luna hizo que se rindiera a la belleza y al misterio de la astronomía, pasión que conservó toda su vida.

Supernova de Tycho

Supernova de Tycho

Unos años antes, en 1572, Brahe también había presenciado un fenómeno que le hizo retomar su labor como astrónomo. El 11 de noviembre, de vuelta a casa después de una intensa jornada en el laboratorio de alquimia, descubrió la aparición de una estrella nueva en la constelación de Casiopea. No pudiendo creer lo que veían sus ojos trató de asegurarse consultando a su ayudante y a un grupo de campesinos, si también la veían. La estrella tenía tal brillantez que podía verse a la luz del día y estuvo año y medio brillando. Sus observaciones sobre la misma, las resumió en un libro titulado De nova stella, en el que se incorpora por vez primera el vocablo nova en la terminología astronómica.

Ese año Tycho Brahe conoció a Kirsten Jorgensdatter, una joven de su ciudad natal con la que pasaría el resto de su vida. Debido a que ella no pertenecía a la nobleza y era de una condición social inferior, nunca llegaron a casarse legalmente. Pero se fueron a vivir juntos y la gente les consideró siempre como marido y mujer. De hecho, de los ocho hijos que tuvieron, los seis que sobrevivieron a la infancia fueron reconocidos, después de la muerte de Brahe, como descendientes legítimos.

Sala de Uraniborg

Sala de Uraniborg

El prestigio del danés aumentaba. Daba clases y llevaba a cabo sus observaciones astronómicas en Copnenhague. Sin embargo, no se sentía satisfecho con sus condiciones de trabajo y creía que Basilea era el lugar ideal para continuar sus estudios astronómicos. Ante tales expectativas, y viendo que iba a perder a su científico más eminente, el rey Federico II tomó cartas en el asunto y le ofreció uno de sus castillos reales como residencia. Tras la negativa de Brahe, el rey aumentó la oferta y le obsequió con la pequeña isla de Hven, una cuantiosa suma de dinero para construirse una casa y una elevada  renta. Tycho levantó el observatorio de Uraniborg, cuyo nombre hacía honor a la musa de la astronomía Urania, con un laboratorio de alquimia en su sótano. Allí desarrolló un elevado número de instrumentos y contó con ayudantes que acabaron convirtiéndose en astrónomos. También recibió la visita de muchos  escolares. El éxito fue tal que en 1584 se había quedado pequeño para el volumen de instrumental que albergaba y construyó un segundo observatorio adyacente llamado Stjerneborg.

Stjerneborg, anexo del Observatorio de Uraniborg

Stjerneborg, anexo del Observatorio de Uraniborg

Kepler, por su parte, inició su escolarización a los cinco años  en el colegio Leonberg, pero en 1583, debido a la complicada situación familiar, tuvo que interrumpirla dos años para emplearse como jornalero agrícola. Finalmente, a los once, ingresó al seminario protestante de Adelberg y, dos años más tarde, al seminario superior de Maulbronn. En plena Reforma, se preparaba a los estudiantes para combatir por medio de la teología contra la fortaleza del catolicismo romano y Kepler era demasiado sensible, obstinado e independiente para ese lugar. Se convirtió en un chico introvertido. Tras conseguir el diploma en 1589 ingresó en la Universidad de Tübingenas. Su profesor de matemáticas, el astrónomo Michael Maestlin, le enseñó tanto el sistema geocéntrico como el sistema heliocéntrico de Copérnico que se reservaba a los mejores estudiantes. Kepler se hizo un copernicano convencido, creía que el Sol era la principal fuente de fuerza motriz del universo.

En un primer momento quiso convertirse en ministro de la Iglesia luterana pero cambió de idea al recibir la oferta de la escuela protestante de Graz (más tarde Universidad de Graz) para ocupar un puesto de profesor de matemáticas y astronomía. Para él, descubrir las leyes que regían el movimiento de los planetas representaba un acercamiento a la mente de Dios, un camino alternativo al ministerio religioso: “Ahora me doy cuenta que Dios puede ser celebrado también por la Astronomía

El método científico de Kepler exigía un acuerdo total entre teoría y observación. Los resultados experimentales reflejaban la naturaleza creada por Dios y, por tanto, las teorías debían describirlos con exactitud.  Si la discordancia entre los valores predichos y los obtenidos superaba el error asociado a los aparatos de medida, la teoría quedaba invalidaba y empezaba desde el principio.

Mientras, Brahe, durante sus años en la isla de Hven, fue capaz de elaborar un catálogo con las posiciones de más de mil estrellas con una precisión que alcanzó, en algunas de ellas, el medio minuto de arco. (Fabulosa entrada de Fernando del Álamo)

Como teórico, se opuso sin tapujos a la teoría de Copérnico y concibió su propio sistema. Sus observaciones de la supernova de 1572 y del cometa de 1577 probaron que el cielo, más allá de la luna, no era inmutable y que tampoco tenía sentido la idea de unas esferas celestes que albergasen los planetas. Sus ideas tendían al heliocentrismo copernicano pero tenía un problema con el movimiento de la Tierra ya que no había podido observar los paralajes estelares. Este fenómeno consiste en el desplazamiento aparente de una estrella cercana sobre el fondo de otras más lejanas, a medida que la Tierra se mueve a lo largo de su órbita alrededor del Sol.  Puesto que los valores de los paralajes estelares son inferiores a los errores experimentales del danés, suposo que la Tierra estaba fija y, en consecuencia, en su nuevo modelo todos los planetas, a excepción de la Tierra, se movían alrededor del Sol y este último daba vueltas entorno a la Tierra.

Modelo Tychonico

Modelo Tychonico

En  1597, tuvo que abandonar el observatorio ya que, con la muerte de Federico II y la subida al trono de Cristiano IV, dejó de contar con el favor real. Hizo otra gira de dos años y, finalmente, se estableció en Praga como matemático imperial del Emperador del Sacro Imperio Romano, Rodolfo II.

MYSTERIUM COSMOGRAPHICUM

El primer trabajo de Johannes Kepler en el campo de la astronomía: el Prodromus dissertationum mathematicarum continens mysterium cosmographicum o Mysterium Cosmographicum (El Misterio cósmico) fue la primera publicación que defendía el sistema copernicano. Kepler explicaba que el 19 de julio de 1595, tuvo una especie de epifanía y pensó que los polígonos regulares podían ser la base del Universo. Desafortunadamente, no encontró una combinación entre ellos que se ajustase a las observaciones así que decidió buscar la respuesta en los poliedros.

Kepler creía que si el movimiento de los planetas reflejaba la existencia y la elegancia divina debía cumplir las leyes pitagóricas de la harmonía de las esferas celestes. Traspasó la belleza y perfección que los pitagóricos asignaban a las matemáticas al dios cristiano. Los valores obtenidos de los radios y las excentricidades debían tener alguna explicación y creyó encontrarla en un modelo, un tanto rocambolesco, que se ajustaba bastante bien a las observaciones. Se trataba de colocar los cinco poliedros perfectos uno dentro de otro: octaedro, icosaedro, dodecaedro, tetraedro y cubo con esferas inscritas y circunscritas a los mismos. De esta manera quedarían seis capas, que serían ocupadas por los planetas conocidos hasta entonces: Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter y Saturno, situadas a intervalos correspondientes a los radios relativos de la trayectoria de cada planeta.

Kepler_09Desafortunadamente, esta técnica no concordaba del todo con los resultados empíricos, así que añadió otra esfera más por capa, haciendo que a cada planeta se le asociasen dos. Los radios de ambas esferas corresponderían a sus distancias mínimas y máximas al centro. Una de las innovaciones más importantes del Mysterium fue sustituir el “Sol medio” de Copérnico por el Sol real, que era más que un punto geográfico, era un cuerpo que podía influir físicamente en los planetas circundantes.

La idea de los cinco poliedros regulares ya aparecía en los textos de Platón, que trató de establecer una correspondencia geométrica entre éstos y los cinco elementos: fuego, tierra, agua, aire y quintaesencia, y llegaron a ser conocidos como los cinco sólidos platónicos. No es extraño que Kepler los emplease en una época en la que se había producido un resurgimiento de las ideas platónicas. Además, los poliedros también aparecían en un libro que Kepler consideraba fundamental: Los Elementos de Geometría de Euclides.

Para el astrónomo, el modelo copernicano reflejaba sus convicciones teológicas, establecía una relación entre lo físico y lo espiritual convirtiendo al universo mismo en una imagen de Dios: el Sol en la posición central era el Padre, la esfera estelar era el Hijo, y el espacio existente entre ambos el Espíritu Santo. Para explicar que su modelo era acorde a la religión, dedicó todo un extenso capítulo del Mysterium a intentar conciliar el heliocentrismo con los pasajes bíblicos que parecían apoyar el geocentrismo. Con el apoyo de su mentor Michael Maestlin, Kepler recibió permiso del rectorado de la Universidad de  Tübingen para publicar su manuscrito a finales de 1596. Tan pronto recibió sus copias, las envió a los astrónomos  más prominentes. No fue un texto demasiado leído pero le supuso una reputación de astrónomo altamente cualificado y, en consecuencia, un incremento en el número de mecenas que querían participar en su proyecto. A pesar de que modificaría algunos detalles de la obra, Kepler nunca renunció a la cosmología poliédrica platónico-esférica. Sus obras astronómicas posteriores no dejaron de ser mejoras de este primer modelo. En 1621 Kepler publicó una segunda edición ampliada del Mysterium, especificando, en las notas, las correcciones y mejoras que había conseguido en los 25 años que habían pasado desde su primera publicación.

La vida amorosa de Kepler fue muy diferente a la de Brahe. El 27 de abril de 1597 contrajo matrimonio con Barbara Müller, una joven viuda con una hija, que había heredado los bienes de sus maridos fallecidos y cuyo padre era propietario de una fábrica. Al principio, este se opuso al matrimonio porque la nobleza de Kepler no compensaba su pobreza. Pero al final, gracias al trabajo realizado en el Mysterium y las presiones de los ministros de la Iglesia, se hizo oficial el compromiso. Bárbara nunca fue feliz, tenía una enfermedad crónica y no entendía el trabajo de su marido. Cuando esta murió, Kepler  se casó con Susanna Reuttinger, con quien tuvo un matrimonio más feliz que el primero.

Modelo del Sistema Solar según el Mysterium Cosmographicum de Kepler

Modelo del Sistema Solar según el Mysterium Cosmographicum de Kepler

Tras la publicación del Mysterium, Kepler era consciente que debía mejorar y ampliar su obra y solicitó la opinión de aquellos astrónomos a quienes ya había enviado el Mysterium, entre los cuales se encontraba Reimarus Ursus, el enemigo del astrónomo Tycho Brahe, a quien había plagiado su modelo planetario. Así pues, la primera noticia que tuvo Brahe de Kepler fue que era amigo de su rival. Afortunadamente, tras leer el Mysterium que le facilitó Michael Mästlin, se mostró interesado en él y quiso hacerle llegar su opinión sobre el mismo a través del antiguo profesor de Kepler. A partir de entonces intercambiaron numerosas cartas en las que debatieron sobre todos los temas astronómicos susceptibles de discusión.

Brahe por fin había encontrado a la persona que poseía las habilidades matemáticas necesarias para ajustar sus cuidadosas mediciones al “modelo Tychonico”, pero Kepler, por su parte, ansiaba disponer de sus datos para poner a prueba las teorías desarrolladas en el Mysterium. Además, sabía que se acercaba el momento en el que se vería obligado a abandonar Graz debido a las crecientes tensiones políticas y religiosas e ir a Praga con Brahe era la mejor de las destinaciones.

Finalmente, el 4 de febrero de 1600, ambos se encontraron en el lugar donde se estaba construyendo el nuevo observatorio de Tycho, en Benátky nad Jizerou. Los dos meses siguientes Kepler estuvo en calidad de invitado y su anfitrión, reticente, tenía a buen recaudo sus observaciones. La situación era tensa y Kepler, consciente de su propia capacidad, creía merecer la formalización de un acuerdo. Tycho no encajó bien la propuesta y la trifulca fue tal que las negociaciones se rompieron y Kepler cogió los bártulos y se marchó. Afortunadamente, la separación duró poco y llegaron a un convenio sobre el salario y las condiciones de vida.

Foto de Ricardo Morrón

Foto de Ricardo Morrón

La familia Kepler, que definitivamente había sido desterrada de Graz por negarse a convertirse al catolicismo, regresó a Praga y Kepler gozó del apoyo de Tycho, que intercedió por él ante el emperador Rodolfo II para asegurarle una comisión como colaborador en el nuevo proyecto que le había propuesto el emperador: la composición de unas tablas de efemérides astronómicas que se llamarían, en su honor, Tablas de Rudolfinas.

Parecía que Kepler y Brahe habían llegado a una relación sostenible y estaban preparados para emprender una fructífera colaboración. Desgraciadamente, esta se vería trágicamente interrumpida.

Tal y como relata Kepler en sus diarios, el final de Brahe empezó el 13 de octubre de 1601, cuando  asistió a una cena en el Palacio de Peter Ursinus Rozmberk junto a su amigo el barón Minckwicz.

“Brahe permaneció sentado, aguantando su orina durante mucho más tiempo de lo que en él era habitual. Aunque había bebido mucho, y su vejiga le presionaba, él se sentía menos preocupado por esto que por la debida educación. Cuando finalmente llegó a su casa, no pudo orinar”

Trató de servirse de sus conocimientos de alquimia para elaborar algún remedio que pudiese aliviarle pero fue inútil. Se mantuvo despierto con unos dolores insoportables durante cinco días y cinco noches.

“Finalmente, con un dolor espantoso, pudo orinar levemente. Pero su vejiga seguía bloqueada. Al insomnio siguieron una fiebre intestinal y, poco a poco, el delirio. El 24 de octubre el delirio cesó y, entre las oraciones, lágrimas y esfuerzos de su familia por consolarle, sus fuerzas fallaron y murió plácidamente.”

Ese día, según la descripción de Kepler, pronunció unas palabras que han pasado a la historia:

“Entonces, sus observaciones celestes se interrumpieron, y treinta y cinco años de trabajos llegaron a su fin. Durante la última noche, en su delirio, igual que un músico creando una canción, Brahe repetía estas palabras una y otra vez: “No frustra vixisse vidcor”(No dejéis que parezca que mi vida ha sido en vano.).”

El funeral fue por todo lo alto. La multitud ocupó las calles de Praga y en la Iglesia de Nuestra Señora de Tyn no había sitio para más nobles y notables. El ataúd, cubierto con un terciopelo negro decorado con el escudo de armas familiar en oro, fue llevado por doce nobles y seguido por un cortejo entre el que encontraban su hijo más joven, su tío el conde sueco Erik Brahe y el barón Ernfried von Minckwicz, cancilleres imperiales, nobles y barones, los sirvientes y ayudantes de Tycho, su viuda y, sus tres hijas. En la cripta se colgaron  su casco, su armadura, su escudo y otras de sus armas.

Su vida y logros científicos no fueron en vano. Kepler, su sucesor como matemático imperial, se sirvió de los datos de Brahe para renunciar a la perfección geométrica del círculo y aceptar las órbitas elípticas. La exactitud de las observaciones no le dejó otra opción, no podía entender el motivo, pero tenía que aceptar que Dios se había decantado por esa otra geometría. Las dos primeras leyes que describen el movimiento planetario fueron publicadas en Astronomia Nova (1609) y la tercera en Harmonice mundi (1619). Le convirtieron en el astrónomo más importante de su época. El proyecto que tenía que haber hecho con Tycho, Las Tablas Rudolfinas, fueron publicadas en 1627 y se usaron durante más de un siglo para calcular las posiciones de estrellas y  planetas.

Aquí parece finalizar el vínculo entre ambos, pero no es así…

Tablas Rudolfinas

Tablas Rudolfinas

En 1901, en el tercer centenario de la muerte de Brahe, abrieron el sepulcro con el fin de restaurarlo y asegurarse de que su inquilino era realmente el astrónomo danés. Se temía que el cadáver hubiese sido exhumado durante la ocupación católica de Bohemia en 1620. Afortunadamente, sus restos y los de una mujer (probablemente su esposa Kristine) estaban allí y se tomaron muestras de su cabello y de su barba. Noventa años después, en 1991, el Museo Nacional Sueco las regaló al gobierno danés, que inmediatamente las envió al instituto de Medicina Forense de la unidad capitalina para investigar qué había de cierto en los rumores acerca del posible asesinato del héroe de Dinamarca.

Midieron las concentraciones de arsénico, plomo y mercurio con un espectrómetro de absorción. No se apreciaba una cantidad significativa de arsénico, veneno por excelencia, pero las concentraciones de mercurio y plomo eran elevadas. La cantidad de plomo no representaba una señal de alarma puesto que, por aquel entonces, su uso estaba tan generalizado que incluso el propio ataúd era de este material. La alta cantidad de mercurio, en cambio, era harina de otro costal. La similitud de los síntomas de Brahe con los de envenenamiento con metales pesados, lo convertía en el principal sospechoso de su muerte.

Unos años más tarde, en 1996, se analizaron cabellos que conservaban la raíz mediante un método más sofisticado y pudo determinarse, a partir del crecimiento del pelo, que había ingerido una gran cantidad de mercurio el día antes de su muerte. ¿Significaba esto que se cometió un acto criminal? ¿se disponía de pruebas suficientes para afirmar algo así?

Plaza de la Ciudad Vieja. Iglesia de Nuestra Señora del Týn. Praga

Plaza de la Ciudad Vieja. Iglesia de Nuestra Señora del Týn. Praga

Algunas personas, como Joshua Gilder y su esposa Anne Lee, decidieron que sí, que hubo un asesinato y que sabían quién era el culpable: Johannes Kepler. La elección de un criminal de la talla de Kepler hacía el asunto más atractivo y contaba con la ventaja de que el acusado no podía defenderse. En su libro “Heavenly Intrigue” Brahe aparecía como un angelito y Kepler como un demente egoísta capaz de hacer cualquier cosa por demostrar su teoría del movimiento planetario. Ambas descripciones distan mucho de lo que han relatado la mayoría de historiadores. Todas las fuentes coinciden en que entre las muchas virtudes que tenía Tycho, la amabilidad no era una de ellas. Sin embargo, a pesar de contener argumentos tan pobres, la tesis defendida en el libro de los Gilder tuvo repercusión y fue tratada en el III Simposio Internacional Georg von Peuerbach que se celebró en Peuerbach.

Pero la versión del asesinato cuenta con más de un sospechoso. Kepler parece el mejor posicionado  pero también se baraja como candidato a asesino el noble Erik Brahe por orden del rey Kristian IV. Por otra parte, los niveles elevados de mercurio detectados en 1991 y 1996 no eran tan difíciles de justificar dado que Brahe practicaba la alquimia, en la cual era común el uso de este elemento en los preparados. Teniendo en cuenta que sus últimos días fueron terriblemente dolorosos, no sería extraño pensar que la concentración de mercurio registrada el día antes se debiese a un último intento desesperado de automedicación.

Finalmente, en 2010 un equipo de investigadores de la Universidad de Aarhus, de la Universidad del Sur de Dinamarca y del Instituto de Praga, concluyeron que la muerte de Brahe no fue causada por el mercurio debido a que su concentración no era suficiente elevada. De ello no se desprende que la muerte de Brahe fuese intencionada o accidental, simplemente se descarta la hipótesis de envenenamiento que había. Aún así, el estudio todavía no ha concluido y el análisis de sus dientes, que podría determinar la causa real de su muerte, está en curso.

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MATERIAL COMPLEMENTARIO

La lectura de esta entrada, ha llevado a varios lectores a recordar el magnífico Capítulo 3 de Cosmos de Carl Sagan. Como apasionada de esta serie, que de pequeña tenía en casa en formato Beta (una ya tiene sus añitos :-(), y no me cansaba de mirar, me ha parecido que sería una idea fantástica adjuntarla al final del post. Así que, para todos vosotros, el Grandioso Carl Sagan:

BIBLIOGRAFÍA:

“El Castillo de las Estrellas” Enrique Joven

“Prodromus dissertationum mathematicarum continens mysterium cosmographicum o Mysterium Cosmographicum (El Misterio cósmico)” Johannes Kepler

“Astronomía” Fred Hoyle

“Heavenly Intrigue” Joshua Gilder y Anne Lee

“History of the planetary systems” J. L. E. Dreyer

Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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29 respuestas a Brahe y Kepler, la extraña pareja

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  4. Impresionante one more time

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  5. jmbenlloch dijo:

    Hola Laura!

    Una vez más me ha gustado mucho el post, como siempre bien documentado y plagado de anécdotas sobre la vida de los científicos. He aprendido bastantes cosas con él.

    Me ha llamado mucho la atención lo joven que empezó Tycho Brahe a estudiar en la universidad, aunque supongo que el concepto de universidad de entonces estaría todavía bastante alejado de lo que entendemos ahora.

    También me ha sorprendido el particular modelo poliédrico de Kepler, conocía sus famosas tres leyes, pero nunca había visto nada sobre ese modelo anterior, muy curioso.

    Saludos 😉

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  8. Mizar dijo:

    Enhorabuena por esta completa entrada. Brahe es uno de los personajes más interesantes de la historia de la astronomía. Hace unos años estuve visitando el Museo de Tycho Brahe en la Isla de Ven, que ahora es sueca.

    http://mizar.blogalia.com/historias/51841

    También seguí sus pasos por Praga y el castillo de Benátky nad Jizerou en el que residió. En Praga hay ahora un museo de Kepler para turistas incautos en el número 10 de la calle Karlová, tiene poco interés y el edificio ha cambiado demasiado desde la época de Kepler como para justificar una visita.

    La mejor obra sobre Tycho Brahe es la impresionante «The Lord of Uraniborg» y sobre Kepler la referencia indiscutible es la biografía de Max Caspar, que sí está traducida al español. También hay otra interesante obra de Kitty Ferguson sobre la relación entre ambos «Tycho and Kepler: The Strange Partnership That Revolutionised Science»

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    • Hola,
      Muchas gracias por tus comentarios y por las obras que me recomiendas. Aprecio mucho que te haya gustado teniendo en cuenta el gran conocimiento que muestras sobre ambos personajes.
      Yo también fui a Praga, y estoy enamorada de esa ciudad.
      Un abrazo

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  9. Qué bonita es Praga, tengo que volver algún día. Y magnífica entrada, qué mal nos tienes acostumbrados ; )

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  10. JOrdi dijo:

    Hola,

    Excelente artículo muy bien documentado.

    Uno de mis lemas es «Ne frustra vixisse videar», nunca antes había oído «No frustra vixisse vidcor» pero desconozco cual es más correcta.

    Saludos,

    JOrdi

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  11. J.Garcia dijo:

    ¡Brillante entrada! Siempre me ha parecido interesante la vida de ambos personajes, sólo agregar -para quien interese- en el Capitulo 3 de Cosmos, Carl Sagan habla de manera apasionante de ellos.

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    • Hola!
      Muchas gracias por tus palabras. No sólo me ha interesado mucho tu comentario sobre el Capítulo 3 de Cosmos, sino que como fan de la serie, he decidido añadirlo al final de la entrada. Así, que me has ayudado a mejorarla y te lo agradezco mucho.
      Espero seguirte viendo por aquí 😉

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  12. Gran article un cop més, Laura! 🙂

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  14. José Zanni dijo:

    Tremendo este capítulo de Cosmos!! recuerdo cuando lo vi hace eones y escuché por primera vez el nombre de Kepler o Tycho Brae!!

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  15. Pingback: Lo Mejor de la Semana (16-22 de junio) | Hablando de Ciencia | Artículos

  16. Excelente material de apoyo para enseñar ciencias con enfoque en historia y filosofía. Mil gracias por su dedicación, buscaba un texto así de completo. A los chicos les va a encantar. 🙂 Saludos desde Costa Rica.

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