Ciencia y escepticismo en Wislawa Szymborska

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«..Estimo altamente estas dos pequeñas palabras: «no sé». Pequeñas, pero dotadas de alas para el vuelo. Nos agrandan la vida hasta una dimensión que no cabe en nosotros mismos y hasta el tamaño en el que está suspendida nuestra Tierra diminuta. Si Isaac Newton no se hubiera dicho «no sé», las manzanas en su jardín podrían seguir cayendo como granizo, y él, en el mejor de los casos, solamente se inclinaría para recogerlas y comérselas. Si mi compatriota María Sklodowska-Curie no se hubiera dicho «no sé», probablemente se habría quedado como maestra de química en un colegio para señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte muy decente, se le hubiera ido la vida. Pero siguió repitiéndose «no sé» y justo estas palabras la trajeron dos veces a Estocolmo, donde se otorgan los premios Nobel a personas de espíritu inquieto y en búsqueda constante».

Discurso de recepción del Premio Nobel

Cuando el secretario de la Academia Sueca pronunció el nombre de Wislawa Szymborska en octubre de 1996, desconocía su existencia. Sólo había unos pocos poemas suyos traducidos al castellano en una antología colectiva. Afortunadamente, el premio Nobel propició que las editoriales se pusiesen manos a la obra y ahora lo esté toda su obra literaria. El galardón la dio a conocer al mundo y, tal y como explicó ella misma en una entrevista de Javier Rodriguez Marcos para El País, le cambió la vida: «¿Que si el premio me cambió la vida? Y tanto. Para bien y para mal. Para bien, porque multiplicó el número de cartas que me envían, de paquetes con libros, de invitaciones, de propuestas y de preguntas a las que hay que responder en las entrevistas. Para mal, porque multiplicó el número de cartas que me envían, de paquetes con libros, de invitaciones, de propuestas y de preguntas a las que hay que responder en las entrevistas. A las invitaciones para viajar a otros países siempre respondo lo mismo: cuando sea más joven».

Wislawa Szymborska era irónica, sensible e inteligente, como su poesía. Nació en Bnin (Kórnik) el 2 de julio de 1923 pero, desde los ocho años, vivió en Cracovia. Durante la Segunda Guerra Mundial se ganó la vida como empleada del ferrocarril para evitar ser deportada por los nazis. Más tarde, licenciada en Filología Polaca y en Sociología por la Universidad Jagelloniana de Cracovia, trabajó como columnista en la revista Zycie Literackie (Vida Literaria), como editora de poesía y como escritora de ensayos y artículos en el semanario Tygodnik Powszechne y el periódico Gazeta. Sus últimos años los pasó en un bloque descolorido sin ascensor de los suburbios de la ciudad. En este piso, con aires de vivienda de protección oficial, recibía a sus amistades y traductores, repreguntaba a los periodistas y trataba de distraer a los fotógrafos para que no le sacasen todas las arrugas “con sus cámaras aparatosas” («¿Es usted tan alto porque no fuma? ¿Hizo el servicio militar? Descanse un poco, deje la cámara y tome otro coñac».)

La poesía de Szymbroska es un cóctel explosivo de emoción, ironía, cotidianeidad y metafísica que presenta, al mismo tiempo, profundidad y ligereza. Su lenguaje es vivo y coloquial, huye de palabras grandilocuentes que puedan distanciar al lector. Tal y como explicaba ella misma, sus poemas los escribían dos personas, la que sentía las cosas, las pensaba y experimentaba y otra Szymbroska irónica que, situada detrás, la reprendía si exageraba o escribía cosas que podían no interesarle al lector. Esta dualidad quedó reflejada en el discurso de recepción del premio Nobel en el que afirmó que «Cuando escribo siempre tengo la sensación de que alguien está detrás de mí haciendo muecas. Por eso huyo, todo lo que puedo, de las grandes palabras».

El mejor análisis de su obra lo hizo en una entrevista concedida a Félix Romeo:

«Mi poesía, como la vida, es una moneda: tiene una parte trágica y una parte cómica».

El primer poema que escribió tuvo muy mala acogida entre sus compañeros de trabajo que le preguntaron sin tapujos qué se suponía que había leído hasta entonces. Y acertaron de lleno ya que, hasta ese momento, tan sólo era lectora de narrativa. En realidad, creía que para ser considerada escritora tenía que ser autora de  novelas de varios tomos y en su afán por conseguirlo no había pasado de relatos mediocres. No conocía a los poetas contemporáneos y comprendió que tenía que formarse. De entre sus descubrimientos literarios siempre destacaba la figura de Rainer Maria Rilke, cuyos versos fueron el motor de su fascinación por la poesía.

Pasión que no hizo otra cosa que ampliar la diversidad de temáticas y de géneros literarios que consumía. Leía libros de todo tipo: ficción, divulgación científica, antropología, zoología, etc.,   algunos de los cuales comentaba en su columna «Lectura no obligatoria». Esta serie de breves piezas literarias han sido traducidas y recopiladas en dos volúmenes y es más que recomendable hacerse con ellos. No se trata de reseñas, la obra que comentan sirve de base para abordar temas mucho más generales con la ironía e inteligencia que caracterizan a la autora.

«El homo ludens con un libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad. Puede permitirse no sólo leer libros inteligentes de los que aprenderá cosas, sino también libros estúpidos de los que algo sacará. Es libre de no leer un libro hasta la última página, y de empezar otro por el final e ir retrocediendo. Puede echarse a reír en un punto no destinado a ello o, de repente, detenerse ante unas palabras que recordará durante el resto de su vida. Y, finalmente, es libre –y ningún otro pasatiempo puede ofrecerle esto– de escuchar de qué habla Montaigne o de zambullirse en el Mesozoico por un instante».

Una vez presentada, sólo me queda enlazaros los cuatro textos que quiero compartir con vosotros. Los dos primeros son poemas con referencias matemáticas, el tercero es una «lectura no obligatoria» que trasluce su escepticismo y el último un poema que explica cómo es la vida en la Tierra y que podría haber sido incluido en los discos de oro de las Voyager.

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EL NÚMERO PI

El número Pi es digno de admiración
tres coma uno cuatro uno
todas sus cifras siguientes también son iniciales
cinco nueve dos, porque nunca se termina.
No permite abarcarlo con la mirada seis cinco tres cinco
con un cálculo ocho nueve
con la imaginación siete nueve
o en broma tres dos tres, es decir, por comparación
cuatro seis con cualquier otra cosa
dos seis cuatro tres en el mundo.
La más larga serpiente después de varios metros se interrumpe
Igualmente, aunque un poco más tarde, hacen las serpientes fabulosas.
El cortejo de cifras que forman el número Pi
no se detiene en el margen de un folio,
es capaz de prolongarse por la mesa, a través del aire,
a través del muro, de una hoja, del nido de un pájaro,
de las nubes, directamente al cielo
a través de la total hinchazón e inmensidad del cielo.
¡Oh qué corta es la cola del cometa, como la de un ratón!
¡Qué frágil el rayo de la estrella que se encorva en cualquier espacio!
Pero aquí dos tres quince trescientos noventa
mi número de teléfono la talla de tu camisa
año mil novecientos setenta y tres sexto piso
número de habitantes sesenta y cinco décimos
la medida de la cadera dos dedos la charada y el código
en la que mi ruiseñor vuela y canta
y pide un comportamiento tranquilo
también transcurren la tierra y el cielo
pero no el número Pi, éste no,
él es todavía un buen cinco
no es un ocho cualquiera
ni el último siete
metiendo prisa, oh, metiendo prisa a la perezosa eternidad
para la permanencia.

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FACTORES PARA LA ESTADÍSTICA

Sobre cien personas
las que saben todo mejor
-cincuenta y dos;
inseguras de cada paso
-casi todo el resto;
dispuestas a ayudar,
siempre que no vaya para largo
-¡hasta cuarenta y nueve!;
siempre buenas,
porque no son capaces de otra cosa
-cuatro, bueno, quizá cinco;
que pueden admirar sin envidia
-dieciocho;
que viven en permanente temor
de alguien o algo
-setenta y siete;
capaces de ser felices
-veinte y pico, como mucho;
inofensivas de a uno,
salvajes en multitudes
-más de la mitad, seguro;
crueles,
cuando las obligan las circunstancias
-es mejor no saberlo
ni siquiera por aproximación;
sabias después de una calamidad
-pocas más
que sabias antes de la calamidad;
que no toman de la vida más que las cosas
-cuarenta,
aunque quisiera equivocarme;
encogidas, doloridas
y sin linterna en la oscuridad
-ochenta y tres,
más temprano o tarde;
dignas de compasión
-noventa y nueve;
mortales
-cien sobre cien.
Número que por ahora no ha variado.

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EL CAMINO HACIA LA PERFECCIÓN

El Hatha Yoga es un método de ejercicios motrices y respiratorios que nació en la India. Si se practica con regularidad (una hora diaria o un cuarto de hora como mínimo) produce, según dicen, resultados milagrosos, siempre y cuando seamos capaces de concentrarnos adecuadamente, es decir, de abstraernos del mundo exterior. El Hatha Yoga nos libera de estados de fatiga y tensiones nerviosas y, a largo plazo, colabora en el desarrollo pleno de la personalidad. Sin embargo, no sirve para todo el mundo, pese a lo que precipitadamente promete el título. Aquellas personas que se sienten agotadas, o son muy nerviosas, no tienen tiempo para hacer ejercicios; y aquellas que si lo tienen, seguramente no les afecta el cansancio ni son nerviosas. Además, el Hatha Yoga no funciona con los escépticos, ya que es a ellos, precisamente, a quienes más les cuesta abstraerse del mundo. Para conseguirlo, es necesaria una cierta predisposición a creer y una pizca de entusiasmo a crédito. El escéptico que ha completado el ejercicio número veinticinco (el llamado Kukkutasana), que consiste en sentarse en el suelo con las piernas ligeramente abiertas, doblar la derecha, sujetarse el pie con las manos y colocarlo debajo de la ingle izquierda, mientras se inserta la mano derecha entre la pantorrilla y el muslo de la pierna doblada, no ha dejado en ningún momento de preguntarse de un modo intolerablemente laico y mundanal: «¿qué diantre estoy haciendo?». A continuación, debe agarrarse la pierna izquierda y acercársela con la ayuda de la mano que queda libre, y colocarse el pie debajo de la pierna derecha. Igual que ha hecho anteriormente, debe colocar la mano izquierda entre el muslo y la pantorrilla izquierdas, acercando el pie tanto como sea posible a la cadera. Junta las manos, que reposaban sobre el suelo, entre las piernas dobladas, une los pulgares e inclina la caja torácica hacia delante, inhalando; y levantándose, debe despegar el cuerpo del suelo de tal forma que únicamente las palmas de las manos descansen sobre él. Y, en esa posición, respirando con normalidad y todavía asido por las garras de la duda, se pregunta si realmente la personalidad saca algo bueno de ese nudo corporal. A continuación, se entera de que el Hatha Yoga es solo un pequeño paso en el camino hacia la perfección, y que esa perfección – según los sabios hindúes – solamente: la conseguirá aquel que pierda su Yo individual en el Cosmos. Entonces, el escéptico se enfrenta a una pregunta: «¿tengo realmente algún interés en conseguir eso?». Quizás desee todo lo contrario: no perderse a sí mismo y vivir la vida con su humana individualidad y sus problemáticas consecuencias. Además, en lo tocante a perderse, siempre hay tiempo para eso tras la muerte. Justo en ese mismo instante, el escéptico decide deshacer eI nudo del Kukkutasana. Confiemos en que sea capaz de hacerlo sin tener que llamar a Urgencias.

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AQUÍ

No sé cómo en otras partes
pero aquí en la Tierra hay bastante de todo.
Aquí se fabrican sillas y tristezas,
tijeras, violines, ternura, transistores,
diques, bromas, tazas.

Puede que en otro sitio haya más de todo,
pero por algún motivo no hay pinturas,
cinescopios, empanadillas, pañuelos para las lágrimas.

Aquí hay un sinfín de lugares con sus alrededores.
Algunos te pueden gustar especialmente,
puedes llamarlos a tu manera,
y librarlos del mal.

Puede que en otro sitio haya lugares así,
aunque nadie los encuentra bonitos.

Quizá como en ningún sitio, o en pocos sitios,
aquí tengas un torso separado
y con él los instrumentos necesarios
para añadir los propios a los niños de otros.
Y además brazos, piernas y una cabeza sorprendida.

La ignorancia tiene aquí mucho trabajo,
todo el tiempo cuenta, compara, mide,
saca de ello conclusiones y raíces cuadradas.

Ya, ya sé lo que estás pensando.
Aquí no hay nada duradero,
porque desde siempre hasta siempre está en manos de los elementos.
Pero date cuenta: los elementos se cansan rápidos
y a veces tienen que descansar mucho
hasta la próxima vez.

Y sé qué más estás pensando.
Guerras, guerras, guerras.
Pero incluso entre las guerras a veces hay pausas.
Firmes – la gente es mala.
Descansen – la gente es buena.
A la voz de firmes se produce devastación.
A la voz de descansen se construyen casas sin descanso
y rápidamente se habitan.

La vida en la tierra sale bastante barata.
Por los sueños, por ejemplo, no se paga ni un céntimo.
Por las ilusiones, sólo cuando se pierden.
Por poseer un cuerpo, se paga con el cuerpo.

Y por si eso fuera poco,
giras sin billete en un carrusel de planetas
y junto a éste, de gorra, en un torbellino de galaxias,
en unos tiempos tan vertiginosos
que nada aquí en la Tierra llega ni siquiera a moverse.

Porque mira bien:
la mesa está donde estaba,
en la mesa una carta, colocada como estaba,
a través de la ventana un soplo solamente de aire,
y en las paredes ninguna terrorífica fisura
por la que el viento se te lleve a ninguna parte.

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EPITAFIO (de Wislawa Szymborska)
Aquí yace, como la coma anticuada,
la autora de algunos versos. Descanso eterno
tuvo a bien darle la tierra, a pesar de que la muerta
con los grupos literarios no se hablaba.
Aunque tampoco en su tumba encontró nada
mejor que una lechuza, jacintos y este treno.
Transeúnte, quita a tu electrónico cerebro la cubierta
y piensa un poco en el destino de Wislawa.

Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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19 respuestas a Ciencia y escepticismo en Wislawa Szymborska

  1. molinos dijo:

    Me ha encantado conocer a Wislawa. Un post espectacular..como siempre.
    Mil gracias.

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  2. ununcuadio dijo:

    Me has convencido: tengo que hacerme con su obra completa; solo he leído la antología de «Paisaje con grano arena». A mí me fascinaron (por esa ironía descarnada) «La mujer de Lot», «Un gato en un piso vacío», pero sobre todo «El mira, el terrorista» y «Prospecto»: ¡insuperables!

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  3. Diana dijo:

    Para mis compañeros y para mi, su poesía ha inspirado nuestra empresa EL Jardín de Junio, nuestras investigaciones, en neurociencia y en lingüística, nuestro trabajo como formadores en empresas… hasta nuestra web la homenajea. Te invito a entrar en el NO SE y lo descubrirás. http://www.eljardindejunio.com Enhorabuena, maravilloso el post.

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  4. No la conocía. Quién se puede resistir después de leer esta delicia…

    Gracias, Laura

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  5. Pingback: Ciencia y escepticismo en Wislawa Szymborska | ...

  6. joseralonso dijo:

    Laura, me ha gustado muchísimo que compartamos la admiración por Wislawa ¡y me has enseñado poemas que no conocía! Es un post magnífico, enhorabuena y gracias

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    • ¡Cuánto me alegro!
      Wislawa era fabulosa, sus poemas son impresionantes.
      Yo también estoy descubriendo poemas magníficos en tu sección de Uni Diversidad. Ya me recomendarás poetas actuales que te gustan.
      Un beso!!

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      • joseralonso dijo:

        Mira a ver si te gusta Juan Antonio González Iglesias.
        Es profe en Salamanca, amigo y un poeta excepcional.
        Y vuelvo y vuelvo a José Emilio Pacheco y Cristina Peri Rossi
        besos

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      • José Emilio Pacheco es uno de mis poetas favoritos y Cristina Peri Rossi es fantástica. Buscaré a Juan Antonio González Iglesias que no he leído ningún poema suyo. Muchas gracias por la recomendación.
        Besos!

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  7. Pingback: Gracias por este 2013 | Los Mundos de Brana

  8. Emilio Molina dijo:

    No tenía el placer, pero definitivamente voy a apuntarme en algún lado que cuando saque algo de tiempo (la máquina del tiempo está al caer ya, ¿no?) tengo una cita con ella. Me ha recordado a algo que escribí en otra vida y que aún anda por un polvoriento y descontinuado blog: http://estenoeselblogqueestaisbuscando.blogspot.com.es/2005/01/el-tiempo-en-un-grano-de-arena.html

    Mil gracias por la entrada, Laura :***

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  9. Pingback: UniDiversidad. Observaciones y pensamientos - Aquí

  10. Pingback: «Versos para recordar las cifras de Pi» #PiDaySpain | Los Mundos de Brana

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