El abuelo Eugène Curie

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A mis abuelos, que tanto añoro

“Mi personalidad se formó principalmente por mi abuelo Eugène y mis reacciones a las cuestiones políticas y a las religiosas provienen mucho más de él que de mi madre.” Irène Curie al final de su vida.

 Irène Curie vino al mundo cuando su madre Marie Curie iniciaba su investigación doctoral sobre radioactividad, pocas semanas después de que su abuela paterna muriese. Para que su padre estuviese acompañado, Pierre y Marie le invitaron a vivir con ellos en su pequeña casa de París. Ese gesto marcó el inicio de una estrecha relación entre abuelo y nieta que perduró siempre. Quería con locura a Irène y se sentía feliz cuidándola. Le enseñó mucho más a la pequeña de lo que le había enseñado nunca a sus hijos.

Eugène se crió en París y estudió ciencias naturales y medicina. Su atractivo personal resultaba irresistible para todo aquel que lo trataba, todo aquel que se sentía seducido por su mirada azul, inteligente y vivaracha. Apasionado de la ciencia, no pudo ver cumplido el sueño de consagrar su vida a la misma. La necesidad impuesta por las cargas familiares, primero el matrimonio y posteriormente el nacimiento de sus dos hijos, le obligó a ejercer de médico como su padre. No obstante, aún disponiendo de escasos medios, desarrolló diversas investigaciones sobre la inoculación de la tuberculosis, cuando aún no se había descubierto su carácter bacteriológico. Los logros médicos fueron modestos pero el ejercicio de su profesión sacó a la luz su entrega y  altruismo. Ya había dado muestra de ambas cualidades en su etapa estudiantil, cuando “su honorable y valerosa conducta a favor de los heridos”, en la Revolución de 1848, le valió una medalla de honor por parte de la República y una rotura de mandíbula por un impacto de bala. Más tarde, cuando París se vio afectado por una epidemia, se instaló en un barrio abandonado por los médicos, para atender a los enfermos. Durante la Comuna, curó a los heridos en un puesto de socorro que abrió en su propio apartamento, que se encontraba cerca de unas barricadas. Sus convicciones estaban presentes en cada uno de sus actos y resultaron demasiado avanzadas para parte de su clientela burguesa que decidió prescindir de sus servicios. Debido a ello, aceptó un puesto de médico inspector del servicio de protección de niños pequeños, que le permitía vivir en las afueras de Paris, con una mayor calidad de vida.

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Su amor por la naturaleza había despertado sus primeras inquietudes científicas. Desde pequeño disfrutaba de largos paseos por el campo en misión de explorador, buscando plantas y animales para sus experimentos caseros. Esta pasión se transmitió a su hijo Pierre que aprendió a apreciar los fenómenos naturales mientras caminaba por el bosque cercano a París. Allí se evadía de los problemas y buscaba patrones intrincados en la naturaleza. Irène, por su parte, también se sintió atraída por la historia natural y la botánica gracias a las explicaciones entretenidas y didácticas de Eugène. Su abuelo siempre conseguía que se divirtiese aprendiendo.

El doctor Curie era un idealista y un acérrimo defensor de la doctrina republicana que había inspirado la primavera de los pueblos. Mantenía una estrecha amistad con el político francés Hernir Brisson y, al igual que este, era librepensador y anticlerical. Como consecuencia, no bautizó a sus hijos ni les hizo participar en ningún culto religioso.

Enseguida fue consciente de la facilidad de Pierre para ensimismarse ante los descubrimientos y temió que la escuela tradicional tuviese efectos perjudiciales en la tendencia a soñar despierto de su hijo. Por ello, decidió educar a Pierre y a Jacques en casa,  en base a una filosofía pedagógica fundada en la observación, el razonamiento y la lucha frente a los prejuicios. Ello implicó, sin embargo, algunas deficiencias en su educación, por ejemplo en literatura e idiomas. Sin ir más lejos, su propio hermano Jacques estaba convencido de que Pierre nunca tuvo una formación adecuada para una carrera universitaria tradicional aunque gracias a sus capacidades, consiguiese superar el bachiller de ciencias en 1875. Por lo que a Pierre se refiere, siempre agradeció la libertad que le había conferido su educación no tradicional. En su diario de 1879, aparece un claro elogio a su pasado: «¡qué buenos tiempos he pasado allá, en esa soledad amable, lejos de las mil pequeñas y preocupantes cosas que me atormentan en París!».

La familia Curie

La familia Curie

Eugène también fue determinante en el desarrollo personal de la mayor de sus nietas. Convivió con ella y la cuidó desde que Irène tenía pocas semanas. Marie estaba muy atareada con la tesis y le resultaba difícil atender a la pequeña. Eugène fue mucho más que una ayuda para unos padres inmersos en sus descubrimientos. La alegría que sentía el abuelo mientras compartía juegos con Irène y, más tarde con Eve, brillaba en sus ojos azules. Les descubrió el mundo y estuvo a su lado cuando la desgracia las separó para siempre de su padre. Fue él quien leyó la muerte de su hijo en los rostros de Appel y Perrin. Quedó destrozado. Las lágrimas le recorrían las mejillas mientas no podía evitar culpar a Pierre de su distracción “¿Qué estaba soñando en ese momento?”.

A partir de entonces, Marie se convirtió en una persona solitaria. Se aisló del mundo haciendo del laboratorio su refugio. Era el único lugar donde podía sentir aún la presencia de su marido. Fuera de allí, se advertía su amargura. Era exigente con sus hijas y nunca permitió que se volviese a mencionar el nombre de Pierre. El infierno que vivía le impidió percatarse de hasta qué punto había afectado la tragedia a Irène. No fue consciente de la angustia que embargaba a aquella niña de nueve años, cada vez que su madre salía de casa por miedo a que muriese como su padre.  Si no hubiese sido por la presencia del abuelo, la vida de las niñas se hubiese vuelto sombría.

Eugène dejó a un lado su propio dolor para dedicarse a sus nietas. Tal y como había hecho con sus hijos, las llevaba de excursión para que tuviesen contacto directo con la naturaleza que tanto le fascinaba. También les devolvió algo que echaban de menos: la imagen de su padre. No quería que la prohibición de Marie convirtiese a su hijo en un fantasma que Irène y Eve apenas recordasen. Ambas necesitaban saber más de su padre y su abuelo les explicó anécdotas y vivencias de la infancia de Pierre, les describió su carácter. Les explicó cuán parecido era su temperamento al de Irène. Ellas disfrutaban escuchándole. Con sus bromas y su carácter jovial, Eugène logró que las pequeñas sonriesen de nuevo.

Marie con Irène y Eve

Marie con Irène y Eve

En 1909, una enfermedad le obligó a guardar cama durante un año y resultó un paciente difícil para Marie que pasó la mayor parte del tiempo calmándolo y distrayéndolo de su enfermedad. Finalmente, Eugène Curie murió el 25 de febrero de 1910 dejando a Irène desconsolada. Por desgracia, Marie tampoco fue consciente en esta ocasión del sufrimiento de su hija. En palabras de su hermana Eve:

“Yo era muy joven, pero Irène tenía catorce años. Mi abuelo la crió desde que era un bebé y estaban muy unidos, muy muy unidos. Irène estaba desolada cuando murió primero nuestro padre y, después, su querido abuelo, que lo había sido todo para ella”

Irène

Irène

Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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33 respuestas a El abuelo Eugène Curie

  1. retinosis dijo:

    Encantadora historia, a la parque trágica.

    Por si no lo has leído, te recomiendo el libro de Rosa Montero: «la ridícula historia de no volver a verte», una biografía de Marie Curie desde un punto de vista muy personal.

    ¡Saludín!

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  2. Qué buena historia Laura y qué bien la has contado.

    Besos

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  3. hutxuHutxu dijo:

    Una historia preciosa y emotiva,ah los abuelos… Gracias!!

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  4. Pingback: El abuelo Eugène Curie | Mi Cajón...

  5. perlita1 dijo:

    Preciosa historia, que yo no conocía. Gracias por esta linda lectura.

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  6. I’m in tears. Preciosa historia y mejor artículo.

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  7. Melli dijo:

    Madre mía!! Que preciosidad de historia. Como me gustaría hacer algo así para que mis cuatro nietos me recordaran de esa manera. Gracias Laura por estas biografías an entrañables que nos cuentas. Un abrazo

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    • Melli, estoy segura que tus nietos te recordarán con ese cariño. Eres una persona realmente especial, se te quiere mucho. Ocupas el corazón de muchos de nosotros.
      Un besazo muy muy fuerte

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  8. gilbmartinez dijo:

    EXcelente y desconocida para mí esta faceta en la familia Curie,

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  9. Pingback: El abuelo Eugène Curie | libros de divul...

  10. Muchas gracias Laura por estas entrañables y motivadoras historias.

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  11. José Antonio Estupiñán dijo:

    Hola Laura:

    que maravilla la vida de estas grandes personalidades. Me encanta tu estilo de contarlo porque, personalmente, me introduces en la lectura que parece que los veo delante mía a todos ellos. Una petición: A ver cuando empiezas por los autores rusos, físicos y matemáticos de finales del siglo XIX y siglo XX.
    Gracias por permitirme y permitirnos disfrutar de tus textos.

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  12. Sí, por favor, Laura leete el libro de Rosa Montero y lo comentamos. ¿Te acuerdas que te dije que habría reseña? Pues no la ha habido. Te espero.

    Y por cierto, Gracias por esta historia.

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  13. Una gran historia como todas las que publicas. Ah, yo también, como Retinosis y Javi, recomiendo el libro de Rosa Montero

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  14. ununcuadio dijo:

    Jolines, Laura, cada vez te superas más. Preciosa historia, gracias por ilustrarnos sobre la familia Curie, y contada excelentemente. Yo pasaba a decirte que me habían recomendado el libro de Rosa Montero, pero veo que a ti también, jeje. Gracias por el post! :**

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  15. Chelo dijo:

    Gracias Laura por recomendarme la lectura de este post! Me ha parecido una historia fantástica , y me he recordado a la relación que se fragua entre abuelo y nieto en una de mis novelas favoritas, «La sonrisa etrusca» de José Luís Sampedro; de hecho, según leí, le sirvió de inspiración para esa novela el nacimiento de su primer nieto. Hombre admirable También y excepcional donde los haya.
    Y no temas ser abusica y recomendarme más 😉

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  16. Magnífica entrada.
    Un placer leer la historia de la ciencia y sus científicos. Fíjate que a mi me ha resultado un tanto dolorosa, el hecho que Irene lo pasara mal, primero con la muerte de su padre, luego con el desconsuelo de su madre (que se encerró en sus investigaciones) y luego, como ley de vida, la pérdida de su abuelo. Supongo que eran tiempos muy duros, y más para las investigadoras. Algo que deberíamos tener presente y facilitar la labor investigadora con la relaciones familiares.
    Un saludo Laura.

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    • Ser hija de dos científicos no fue fácil para las Curie. La adoración por su madre, hizo que Irene no fuese consciente de lo poco que le había hecho de madre y que después no le importase quedar siempre por detrás de ella en cuanto a reconocimiento científico. Con la otra hija Eve, fue distinto, tenía una opinión mucho más fría de Marie Curie y esta quedó reflejada en la biografía que hizo de ella.
      Un abrazo

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  18. Conocía al abuelo Eugène, tan olvidado por todos a pesar uno de los hombres fundamentales en las vidas de Marie e Irène.Muchas gracias, Laura, por haberlo rescatado del olvido

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  19. Conocía al abuelo Eugène, tan olvidado por todos a pesar de ser uno de los hombres fundamentales en las vidas de Marie e Irène.Muchas gracias, Laura, por haberlo rescatado del olvido

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