Hace un año, mientras paseaba por el torcal de Antequera, recibí un mensaje de mi amigo, gran físico y divulgador Augusto Beléndez en el que me proponía colaborar en la sección «Mi clásico favorito» de la Revista Española de Física de la Real Sociedad Española de Física, que dirige desde el número 2 del Volumen 32 de 2018.

En él me comentaba que el objetivo de esta sección es publicar «biografías ―parciales y subjetivas― de físicos, vivos o muertos, a los que se les pueda decir “clásicos” en algún sentido. Cada una es preparada por un autor que haya trabajado en el aspecto que le interesa resaltar o que se haya acercado al personaje desde puntos de vista histórico o epistemológico».

Era un verdadero honor ser invitada a participar en la Revista y más aún, poder escribir sobre mi clásica favorita: la grandiosa Lise Meitner. La descubrí cuando ya había acabado la carrera, a pesar de haber cursado una asignatura de Historia de la Física, y desde el primer momento me sentí atraída por su excelencia científica y su calidad humana. Era una persona brillante que consagró su vida a su pasión, la física. Que contribuyó a esta con aportaciones fundamentales pese a las dificultades a las que tuvo que hacer frente por ser mujer y judía. Desgraciadamente, nunca sabremos qué hubiese conseguido Lise Meitner si no hubiese sufrido esta doble discriminación, si hubiese podido desarrollar libremente toda su potencialidad. Lo único que está en nuestra mano y es nuestro deber, es ofrecerle el reconocimiento que merece su extraordinaria labor.

Para acabar, quiero agradecer la generosidad de la Real Sociedad Española de Física por permitirme ofrecer la posibilidad de leer el artículo —exclusivo para sus socios— a los lectores de este blog. Os animo a asociaros para disfrutar de su revista y de todas las demás ventajas que ello comporta.

Deseo que os guste.

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