El diario artístico de Charlotte

Charlotte Salomon

Hay que imaginarse la creación de estas pinturas como sigue:
Hay una persona sentada a la orilla del mar.
Está pintando.
De repente, una tonada le cruza la mente.
Cuando empieza a tararearla…
Se da cuenta de que la tonada concuerda exactamente…
Con lo que está intentando plasmar en el papel.
Se le forma un texto en la cabeza.
Y empieza a cantar la tonada con sus propias palabras.
Una y otra vez.
Con voz sonora hasta que la pintura parece ya concluida.

CHARLOTTE SALOMON

—Cuídala bien, es toda mi vida.

Charlotte le alarga la maleta al doctor Moridis y le pide que se la entregue a Ottilie cuando regrese de Estados Unidos.

Acabada la guerra, su padre salió de su escondite y fue en busca de Charlotte. Pero era demasiado tarde. Nunca volvería a verla. Solo le quedó la maleta que le cedió Ottilie, la vida de su hija convertida en una obra de arte multidisciplinar y completa: pintura, texto, teatro y música. El diario íntimo más bello, desgarrador y luminoso de la historia. El legado de Charlotte.

***

—Se llamará Charlotte.

—No quiero que mi hija lleve el nombre de una muerta y menos aún de una suicida.

Se llamó Charlotte, la elección del nombre no era negociable. Fanziska necesitaba sentir que su hermana no había desaparecido del todo. Habían sido las dos mitades de una misma persona. Su tía Charlotte había sido una hermosa jovencita de melena negra y larga que disfrutaba cantando y bailando. Nada hacía presagiar en su adolescencia que la oscuridad se iba a apoderar de ella hasta convertirla en un ser taciturno sin apego a la vida. Se fue al poco de cumplir los dieciocho años. Una noche de noviembre de 1913, saltó del puente al agua helada. Los padres y la hermana quedaron tan destrozados que no tuvieron fuerzas para ir al entierro. La casa enmudeció durante meses hasta que Franziska volvió a tocar el piano, a entonar una melodía. Les recordó que todavía estaban vivos.

Charlotte Salomon

En medio del dolor estalló la Gran Guerra y Franziska decidió hacerse enfermera para cuidar a los heridos y enfermos. Necesitaba sentirse útil para silenciar el remordimiento que la consumía por la muerte de Charlotte. Sus padres se opusieron por la peligrosidad del propósito de la joven, pero ella lo tenía claro: se alistó y empezó a trabajar en hospitales de campaña. No era valiente, sencillamente, ya no temía morir.

En uno de los hospitales conoció a un joven cirujano llamado Albert Salomon que, tras quedarse huérfano, dedicaba todo su tiempo a la medicina, la había convertido en su familia. Apenas prestaba atención al sexo femenino. De hecho, es muy posible que se hubiese cruzado en un sinfín de ocasiones con Franziska sin verla siquiera. Se fijó en ella cuando lo socorrió durante una operación, cuando Albert estornudó y le sonó la nariz porque él tenía las manos ocupadas en las tripas del herido. Un año después, Albert hizo acopio de valor para pedir la mano de Franziska a sus padres, quienes lo recibieron con frialdad por no creerlo digno de casarse con su hija. Pero una vez más, la joven estaba convencida de lo que quería y sus progenitores no tuvieron más remedio que ceder. Incluso intentaron hacer un esfuerzo y ofrecieron un gran convite. Pero sus caras de funeral en la boda los delataban. A los pocos días de la celebración el marido tuvo que volver al frente y los padres de Franziska insistieron en que volviese a la casa familiar durante su ausencia. Pero la muchacha se negó, quería vivir en su nuevo hogar, situado en el número 15 de Wielandstrasse, en Charlottenburg, el barrio de Charlotte.

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Poco tiempo después Franziska se dio cuenta de que estaba embarazada de Charlotte. La pequeña nació el 16 de abril de 1917 y vivió los primeros años de su infancia al compás de las melodías que cantaba e interpretaba su madre.  Juntas paseaban por Berlín e iban con regularidad al cementerio a visitar la tumba de aquella tía que tenía su mismo nombre y que, según le dijo su madre, se había ahogado de forma accidental. Albert no aprobaba estas salidas, pero no estaba en casa el tiempo suficiente como para comprobar cuan frecuentes eran. Se había fijado la meta de convertirse en el mejor médico alemán y se pasaba las horas entre el ejercicio de su profesión en el hospital y el estudio. A sus suegros les disgustaba la poca atención que dedicaba a su familia y lo culparon del cambio que experimentó su hija.

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Esta, había empezado a simultanear periodos de euforia y abatimiento y, cuando Charlotte cumplió cinco años, se obsesionó con el más allá. Franziska le contó a su hija que se convertiría en un ángel y le mandaría una carta desde el cielo. Una noche trató de llevar a cabo su objetivo. Se levantó de la cama en silencio e ingirió un frasco entero de opio en el baño. Albert se despertó sobresaltado por un ruido y consiguió revivirla. Pero fue consciente de que la decisión de su mujer estaba tomada. Si la dejaba sola, se mataría. Así que la llevó a casa de sus padres donde estaría más segura. A la pequeña le dijeron que su madre padecía una gripe muy contagiosa y no podía verla durante un tiempo.

Consultaron con un neurólogo amigo de la familia, que diagnosticó que había sido una crisis pasajera sin importancia. Sin embargo, Franziska seguía taciturna y ausente y llegó un momento en el que dejó de preguntar por Charlotte, a pesar de que Albert le hablaba de ella cuando iba a visitarla por las tardes. Sus suegros le dejaban entrar a regañadientes, le hacían responsable del intento de suicidio de su hija. Pasaban los días y como Franziska no mejoraba, contrataron a una enfermera para que la vigilase. Pero solo hizo falta que la guardiana se ausentase un instante para que saltase por la ventana de su habitación.

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La versión que le dieron a la niña era que su madre había muerto de una gripe fulminante. Una noticia que no le afectó demasiado. Al fin y al cabo, su madre ya le había advertido de que se convertiría en un ángel. Sabía que pronto recibiría la carta que había prometido enviarle.  Fue por la promesa de aquella misiva celestial que se opuso de forma tajante a la mudanza que quería su padre, que pasó noches y noches sentada en el poyete de la ventana, esperando un mensaje que nunca llegó. Finalmente, se rindió y asumió que su madre la había engañado.

Charlotte Salomon
Texto: «Por qué no viene mi mamá – me lo prometió».

Albert se entregó más que nunca a su trabajo consiguiendo que le hiciesen profesor de la Universidad de Medicina de Berlín y Charlotte fue a vivir una temporada a casa de sus abuelos. Su estancia en la habitación que ocupaba Franziska de pequeña resultaba perturbadora para la abuela. Entre aquellas cuatro paredes velaba el sueño de una niña con el nombre de su hija pequeña y el rostro de su hija mayor.

De regreso a su casa Charlotte se volvió insoportable, no encontraban ninguna niñera que pudiese con ella hasta que apareció Hase. A la niña le gustó nada más verla, en sus brazos se sentía arropada, en casa. Pero al cumplir los trece años, su padre creyó que debían disminuir los cuidados de la niñera y Charlotte vio cómo se reducía el tiempo que pasaba con la única persona que parecía entenderla. Se había convertido en una jovencita ensoñadora que siempre parecía inmersa en sus pensamientos. Se sentía muy sola. Por aquel entonces su mejor amiga prefería estar con Kathrin, la chica nueva del colegio que se había vuelto muy popular. Envidiaba y admiraba esa popularidad que ella jamás podría conseguir.  Por fortuna, pronto entraría alguien importante en su vida que sería una ráfaga de aire fresco.

Albert, en la cena de unos amigos, se sintió atraído por Paula, una cantante de mucho prestigio. Se acercó para hablar con ella y al no ocurrírsele ningún tema de conversación, le habló de Charlotte. Por suerte, a la artista le pareció muy tierno y captó su interés. Paula tenía numerosos pretendientes, entre ellos el director de la Ópera Kurt Singer. La insistencia de éste había provocado que la mujer de Singer, dolida, le tirase un frasco de veneno a la salida de un concierto. En el momento de encontrarse con Albert, Paula sentía que necesitaba un buen hombre que le diese estabilidad. El cirujano podía ser lo que estaba buscando.

Charlotte se alegró enormemente de que Albert, por fin, hubiese roto la coraza que lo mantenía aislado del mundo y le insistió para que invitase a Paula a cenar. Después de comer, por petición de padre e hija, la cantante interpretó un Lied de Schubert. La casa había permanecido en silencio desde la muerte de Franziska y en el piano todavía descansaban las partituras de la última pieza de Bach que tocó. El instrumento pareció revivir bajo las manos de Paula, al igual que un hogar que hacía demasiado tiempo que se había convertido en una mera guarida.

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Charlotte se convirtió en la mayor admiradora de la cantante y se mostró efusiva cuando su padre le comunicó que entraría a formar parte de la familia. La boda se celebró en una sinagoga puesto que Paula era practicante. Aquellos ritos despertaron la curiosidad de Charlotte, ya que esta había recibido una educación laica.

La nueva mujer de Albert introdujo a padre e hija en la vida cultural de Berlín. Por su casa pasaron celebridades como Albert Einstein, Erich Mendelsohn o Albert Schweitzer. Con el tiempo la admiración de Charlotte por su madrastra se volvió un tanto enfermiza. Se gastó sus ahorros en una polvera como regalo de cumpleaños para Paula, y al ver que agradecía su presente con la misma dulzura con la que agradeció los demás, se puso tan furiosa que la arrojó al suelo en medio de los invitados. Para Paula aquel episodio fue una muestra más del cambio de humor que estaba experimentando la joven. Creía que debían decirle la verdad sobre su familia por duro que fuese, que no podía seguir viviendo una mentira. La destrozaría enterarse más adelante de que todos le habían mentido. Pero Albert se negó en redondo, había prometido a la familia de su mujer que guardaría silencio.  La preocupación de Paula iba en aumento. La joven empeoraba cada vez que iba a dormir a casa de sus abuelos. El dolor que sentían estos por la pérdida de sus hijas derivaba en una actitud posesiva y asfixiante hacia su nieta. Al final Paula no lo resistió más. Si no podía decirle nada a Charlotte, se lo diría a su abuela. Tenía que proteger a su hijastra fuese como fuese, aunque implicase cierto grado de crueldad.

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Texto: «… Ahora ya no tendré a nadie nunca más. Destino, destino, qué duro eres. Y…».

«Es usted la asesina de sus hijas. Pero con ésta no se saldrá con la suya. La protegeré…». Cada una de las palabras escrita por Paula fue una puñalada para la anciana. Demasiadas tragedias a sus espaldas, demasiados suicidios. Muchos más de los que sospechaba la artista. Primero se tiró al agua su hermano a los veintiocho años y el dolor de la pérdida del hijo llevó a su madre a enloquecer. Tras un primer intento de suicidio tuvieron que contratar a dos enfermeras para que la vigilasen las veinticuatro horas.  Tal y como más tarde harían con Franziska. Fueron ocho años de sufrimiento y vigilancia a tiempo completo hasta que la mujer falleció. Pero lejos de encontrar la paz, poco después del entierro de su madre, su hermana pequeña de dieciocho años se tiró al río gélido, tal como haría años después su hija Charlotte.

Su matrimonio fue una huida que le proporcionó unos años felices y dos hijas que quiso con locura. Pero la tranquilidad duró poco, la siguiente en suicidarse fue la hija única de su hermano y después fueron su padre y su tía. Toda una saga familiar seducida por la muerte.  Sin embargo, nunca pensó que la oscuridad se cerniría sobre sus hijas. Pero lo hizo: primero Charlotte, después Franziska. Nada le aseguraba que su nieta no fuese a poner punto y final a su vida. Paula estaba en lo cierto, tenía que mantenerla alejada.

Charlotte Salomon
Texto: «Hicimos grandes viajes. Nos atraía el Sur».

Cuando Charlotte cumplió los dieciséis mantenía una relación de amor-odio con Paula. Seguía deleitándose con sus interpretaciones, pero al mismo tiempo le irritaba su comportamiento. Albert, como de costumbre, seguía entregado a su profesión y ajeno a lo que sucedía en su casa. Así que madrastra e hijastra, solas, no tenían más remedio que soportarse mutuamente. Por aquel entonces tuvo lugar el primer acontecimiento que presagiaba los malos tiempos que se avecinaron. Al acabar uno de sus conciertos, Paula fue abucheada por parte del público. El odio se abría camino y muchos de sus amigos optaron por abandonar Alemania. Pero Albert y Paula no quisieron ceder ante la presión. Se trataba de su patria, su vida. No podían prever que el horror se había desatado, que ya no habría vuelta atrás.

El odio llegó al poder en 1933 y la opresión se acrecentó. Paula ya no podía actuar en público y a Albert le quitaron la licencia de docente y dejaron de reembolsarle la atención médica. La violencia aumentaba. Su hogar era el refugio donde algunos artistas, intelectuales y médicos se reunían por las noches. Algunos todavía albergaban esperanza en la humanidad y creían que se trataba de una respuesta pasajera a la crisis. Kurt Singer asistía a esos encuentros y dio un paso importante en favor de los judíos al convencer al Partido de crear una federación cultural de judíos alemanes. Gracias a esta asociación, cantantes, actores y bailarines pudieron actuar varios años en teatros de judíos con público judío.

Charlotte Salomon

Charlotte se temía lo peor. Las medidas contra el pueblo semita cada vez eran más sangrantes. Boicotearon y saquearon los comercios. En el colegio, pidieron las partidas de nacimiento para identificar a quienes eran judíos y muchas madres no dejaron que sus hijos se acercasen a ellos. Algunas personas creían que lo que hacían los nazis era una barbaridad, pero el miedo diluyó sus protestas.

Charlotte pasaba la mayor parte del tiempo leyendo, necesitaba un refugio en el que aislarse de la barbarie. Su pasión por la pintura se convertiría en otra tabla de salvamento. Esta surgió cuando acompañó a sus abuelos a la ruta cultural por Italia que hicieron durante el verano. Albert y Paula olvidaron las pasadas reticencias, sabían que aquella escapada sería beneficiosa para la muchacha. El arte renacentista despertó su vocación. En el transcurso del viaje preguntó por su madre, pero, las continuas evasivas y los sombríos rostros de los ancianos le hicieron desistir.

Charlotte Salomon

El regreso a la pesadilla que se vivía en Alemania supuso un golpe tan duro para los tres que sus abuelos decidieron abandonar el país y aceptar la invitación de la americana de origen alemán Ottilie Moore. Esta, tras enviudar, había heredado una gran fortuna y poseía una finca en Villefranche-sur-Mer, en el sur de Francia, en la que acogía a muchos refugiados, sobre todo a niños.

Charlotte permaneció en Berlín y regresó al colegio. Aunque no pudo terminar sus estudios ya que un año antes de acabar el bachillerato se implantó una ley que prohibía la escolarización de los semitas. Pasaba las horas encerrada en casa pintando, soñando con ingresar en la Academia de Bellas Artes. A veces se acercaba andando hasta allí. Pero su padre ya le había advertido de que era prácticamente imposible, el porcentaje de judíos admitidos era irrisorio. Por ello le aconsejó que se matriculase en una escuela de estilismo en la que aceptaban judíos y, en parte, podría desarrollar sus dotes creativas. Charlotte aceptó resignada, pero el primer día ya se dio cuenta de que no era para ella. No podía alejarse de su principal propósito: pintar.

Carlotte Salomon
Texto:
PROFESOR DE ESTILISMO
«Sí, dibujar es un arte difícil. Uno debe estar dotado – y desafortunadamente tú no lo estás».
CHARLOTTE
«No, no me quedaré aquí por más tiempo con esta estúpida vaca, donde incluso la querida luz celestial se rompe oscuramente a través de los cristales de la ventana sucia. No, no me quedaré aquí por más tiempo».

Viendo el talento que ya se reflejaba en sus primeros cuadros, Albert decidió pagarle clases particulares para que contase con una buena preparación. Pero resultaron ser un desastre. La profesora no iba más allá de la pintura del siglo XVII y Charlotte, pese a intentar aprovechar sus enseñanzas por respeto al esfuerzo económico que hacía su padre, no estaba potenciando su propia voz. En ese momento la pintura ya se había convertido en una obsesión y estaba dispuesta a hacer lo que fuese por entrar en Bellas Artes.

Presentó sus trabajos para el ingreso al profesor Ludwig Bartning, que enseguida se dio cuenta del inmenso potencial de la muchacha y quiso conocerla personalmente. Cuando se encontraron la joven artista le causó una gran impresión. Tanto es así que se propuso hacer cuanto estuviese en su mano para que ingresase en la Academia, aunque era consciente de que, siendo judía, lo tenía muy complicado.

Charlotte Salomon

La reunión de la comisión de admisión fue tensa. La maestría de la aspirante estaba fuera de toda duda, pero, aun así, la iban a descartar por suponer una amenaza para los jóvenes arios. Como judía, podía pervertirlos. Ludwig dijo que había tratado con ella y podía dar fe de que no supondría un peligro para nadie, que era una joven atenta y muy reservada. Su intervención consiguió lo imposible: Charlotte Salomon fue admitida para estudiar en la Academia de Bellas Artes de Berlín.

Se entregó en cuerpo y alma al trabajo y, pese a ser discreta, tal y como le habían indicado, se hizo amiga de Bárbara, la encarnación del ideal de la raza aria. Escuchaba sus confidencias amorosas mientras, secretamente, deseaba ser ella. Nunca sospechó que Bárbara también la envidiaba. Ella nunca contaría con la fuerza y la pasión que veía en Charlotte.

Charlotte Salomon
Texto:
BARBARA
«Soy Barbara, muy amada por todos, pero yo solo me quiero a mí misma».

Poder estudiar en la Academia supuso un oasis en medido del horror. Un paréntesis que se cerró muy pronto. La bandera nazi que colgaba de la fachada del edificio empezó a impregnarlo. El nazismo se propuso acabar con el arte moderno que pasaron a calificar como arte degenerado. Sometieron a los profesores y, en consecuencia, el aprendizaje de los alumnos, a reglas estrictas. Los artistas judíos fueron desprestigiados y perseguidos y sus obras se llenaron de escupitajos y fueron expuestas junto a cuadros pintados por retrasados mentales y garabatos dibujados por niños. De esta forma, presentaban la degradación del arte moderno al mundo. Un arte que interesaba especialmente a Charlotte, fascinada por las últimas teorías pictóricas. En medio de esta conquista cultural por parte del partido nazi, Charlotte descubrió el amor.

El profesor de canto de Paula se había visto obligado a dejarla al recibir amenazas por trabajar con una judía y Kurt Signer le envió al profesor Alfred Wolfsohn. Este debía cuidar de su madre enferma y de su hermana incapacitada y, como judío, ya solo podía enseñar a través de la asociación creada por Signer.

Charlotte Salomon
Texto: «Podríamos trabajar juntos».

Cuando se presentó en casa de la gran cantante y le hubo manifestado el honor que sentía en conocerla, se arrancó con un monólogo tan sincero como peligroso para sus propios intereses. Insistió en que debía contratarlo porque su interpretación se había vuelto mecánica y carente de fuerza. Le dijo que el éxito parecía haberla adormecido y, pese a seguir siendo inmensa, podía dar mucho más. Paseaba de un lado al otro del salón tan inmerso en su discurso que tardó en darse cuenta de que su posible alumna, con la mano alzada, trataba de interrumpirle para decirle que estaba contratado.

Alfred estaba escribiendo un libro sobre el mito de Orfeo, ya que estaba obsesionado con una historia que le recordaba a su propia vida, a su descenso al infierno del frente con tan solo dieciocho años. Después de un ataque a su regimiento en el que fue de los pocos supervivientes, lo rescataron y lo repatriaron a Berlín en 1919. Durante un año fue de sanatorio en sanatorio. No reconocía a nadie, no podía hablar. La música consiguió que dejase las tinieblas atrás, sobrevivió gracias al canto.

Charlotte Salomon

Maestro y alumna pronto establecieron una estrecha relación. Alfred ponía todo su empeño en conseguir que Paula progresase. No se trataba solo de ser un buen profesional, sentía algo muy intenso hacia ella y así se lo confesó en varias cartas. Sin embargo, la cantante no creía que se tratase de amor, Alfred se sentía a gusto en su presencia porque notaba que volvía a estar vivo.

Charlotte hacía tiempo que quería conocer al famoso Alfred, así que un día regresó a casa antes de lo previsto para llegar en medio de una clase. Paula se lo presentó y al concluir la sesión, él entró en la habitación de Charlotte sin llamar, empezó a hacerle una ristra de preguntas y revisó sus bocetos. «Tiene usted un talento por encima de la media». Esa fue la sentencia de Alfred.

Charlotte Salomon
Texto: «¿Qué hoja te gustaría?»

Su encuentro dejó muy impresionada a Charlotte que, a partir de aquel día, no podía dejar de pensar en él. Pintaba pensando en cuál sería su opinión, hacía lo posible por encontrárselo. Pero cuando coincidían, él solo le dedicaba una sonrisa amable. Durante un tiempo, no volvió a manifestar interés por ella o por su obra. Hasta que Charlotte se hubo resignado y Alfred volvió a personarse en su cuarto para proponerle que ilustrase su novela. Antes de esperar la respuesta de Charlotte, dejó el manuscrito en su mesa y se fue.

Charlotte interrumpió el resto de su vida para dedicarse por completo a la ilustración del manuscrito. Dos semanas después, le presentó el trabajo a Alfred en una cafetería cercana a la estación. Este al hojear los dibujos fue consciente del esfuerzo desmedido que había realizado la artista, de lo que sentía por él. Turbado, cogió la carpeta con las ilustraciones y le comunicó que se iba. Charlotte se quedó desolada e inquieta. Necesitaba saber su veredicto. A pesar de que se hubiese portado tan mal seguía amándole.

Charlotte Salomon
Texto: «Lo cogí para él. Se dice que trae buena suerte».

Por fin se lo encontró un día en casa dando clase a Paula y al acabar volvió a entrar en su habitación. Se disculpó por su mal comportamiento y le aclaró que no podía esperar nada de él, que no soportaba sentirse agobiado. También le agradeció los dibujos y le dijo que le gustaba la fuerza que prometían. Charlotte no había pintado las palabras de Alfred, las había vivido.

Unos días después, ambos se besaron por primera vez mientras una lluvia torrencial anegaba la barca en la que paseaban por uno de los lagos de Wanasee. Llegaron a la orilla como pudieron y se refugiaron en casa de Alfred, donde tuvieron relaciones.

Charlotte Salomon

Pero el júbilo le duró poco a Charlotte. El Horror avanzaba sin tregua y volvería a sufrir sus consecuencias. En esta ocasión sería en el concurso que Bellas Artes organizaba cada año en primavera. Charlotte había realizado un progreso meteórico. No solo había perfeccionado su técnica, sino que había profundizado en cada uno de los ejercicios para encontrar su estilo personal. Como el concurso era anónimo, los profesores eligieron su cuadro por unanimidad. Pero al conocer de quien se trataba, supieron que no le podían dar el premio. Era una ceremonia de mucha relevancia y otorgar el primer premio a una judía hubiese puesto en el punto de mira a la escuela y a la propia alumna. Ludwig estaba desesperado, y luchó para que al menos Charlotte no se quedase sin su victoria. En privado le anunció que era la ganadora, pero que no podía recoger el trofeo. El profesor consiguió que la obra de Charlotte recibiese la recompensa, pero otra persona tendría que subir a recoger el premio. La elegida por ella fue Bárbara. Tuvo que asistir a la entrega y ver como esta, entre sonrisas, agradecía un premio que no era suyo. No pudo soportarlo y salió huyendo a media ceremonia. Ya en casa, arrugó sus dibujos y tomó la determinación de no volver a la Academia.

Días más tarde, Hitler se vengó del asesinato de Ernst vom Rath por parte de Herschel Grynszpan con la Noche de los cristales rotos. Entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938 saquearon comercios, quemaron sinagogas, profanaron los cementerios e internaron en campos a miles de hombres, entre ellos, al padre de Charlotte.

Charlotte Salomon
Texto:
PAULINKA
«Debes ir al cuartel general de la policía y preguntar si puedes llevarle a tu padre algunas cosas de abrigo».

Fue al campo de concentración de Sachsenhausen, donde las condiciones eran infrahumanas y el esfuerzo físico que debía realizar le dejaba exhausto. Mientras tanto su mujer intentaba encontrar a alguien que pudiese ayudarlos. Alfred iba a visitarlas para darles ánimos y consuelos, a pesar del miedo, de ser consciente de que no tardarían en ir a por él. Pero no podía marcharse, las fronteras estaban cerradas. La única que podía irse era Charlotte ya que los menores de 22 años podían salir sin pasaporte. Sus abuelos no paraban de escribirle implorándole que fuese con ellos. Pero ella se negaba a abandonar Alemania sin haber vuelto a ver a su padre. Lo cierto es que no concebía la idea de dejar a Alfred.

Finalmente, cuatro meses después de su ingreso, Paula consiguió sacar a su marido, que volvió a casa siendo otro hombre. Se pasaba los días en la cama y apenas hablaba. Lo único que imploró fue que Charlotte debía abandonar Alemania.  Había visto el Horror y era vital alejarla. Pero ella no quería irse y Paula y Albert no podían entenderla. Alfred sabía que se estaba jugando la vida por lo que sentía por él y no se lo permitió. La amenazó diciéndole que, si no se marchaba, no seguiría con ella. También le dio esperanzas asegurándole que se reuniría con ella en el sur de Francia.

Antes del viaje, Charlotte fue al cementerio a decir adiós a su madre. La despedida de su padre fue uno de los momentos más emotivos e íntimos que vivieron ambos. Él no pudo acompañarla a la estación debido a su estado de salud. Fue allí en compañía de Paula y Alfred. En el andén tuvo que disimular la profunda tristeza que la afligía para no llamar la atención de los policías. Alfred también tuvo que contener su emoción. Las últimas palabras que le dijo fueron: «Ojalá no se te olvide nunca que creo en ti».

Charlotte Salomon

L’Ermitage era una mansión espléndida. A sus abuelos les impactó el cambio que se había roducido en Charlotte. Se dieron cuenta del asombroso parecido que tenía con Franziska, no solo en el rostro, sino también en la melancolía que parecía invadirle. Dormía muchas horas y cuando estaba despierta apenas hablaba.

Se ganó el apodo de «la silenciosa». La pintura fue su salvavidas. Ottilie admiraba sus dotes artísticos y logró conseguirle papel. También le compró algunas de sus obras para que pudiese vivir de su trabajo. Ella, obsesionada con Alfred, reconstruía palabra por palabra las conversaciones que habían mantenido.

Charlotte Salomon

Las noticias que llegaban cada vez eran más trágicas y su abuela cada día estaba más desanimada. Ottilie, preocupada, le pidió a Charlotte que pasase tiempo con ella y tratase de alegrarla. Abuela y nieta se comprendían, estaban conectadas. Desde que murieron sus hijas la anciana había perdido las ganas de vivir y las nuevas de la guerra confirmaban que ya no había esperanza ni motivos para seguir luchando por mantenerse con vida.  Contactaron con el doctor Moridis para que la visitase y éste le diagnosticó una depresión y le recetó unos tranquilizantes. También les advirtió que la tuviesen vigilada porque estaba resuelta a reunirse con sus dos hijas. Charlotte asumió el papel de cuidadora y vigilante de su abuela.

Lo primero que creyó necesario fue que abandonasen la mansión. Llevaban demasiado tiempo dependiendo de Ottilie y la relación entre ellos se había resentido. Como todavía podían permitirse vivir en otro lugar, encontró una casa en Niza bautizada como Villa Eugénie. Por desgracia, el cambio de aires no mejoró la depresión de la anciana que seguía con el deseo de quitarse la vida. Lo que repercutió en el carácter de su abuelo que se volvió déspota e irascible. Por aquel entonces Paula y Albert le escribieron para decirle que ante la imposibilidad de reunirse con ella en Francia, habían huido a los Paises Bajos. Pero ni siquiera esta noticia pareció alegrar a su abuela, que consiguió encerrarse en una habitación y se colgó. Charlotte logró abrir la puerta y la salvó in extremis. Su abuelo no pudo más con tantos intentos de suicidios y suicidios y estalló. Entre gritos de exasperación e impotencia, le contó a Charlotte toda la verdad sobre su familia. Todos los suicidios y el dolor que le habían ocasionado. Se sentía furioso con su mujer por haberse rendido también, por no querer seguir viviendo.

Charlotte Salomon
Texto: «No está muerta, gracias Dios».

Charlotte se quedó horrorizada ante tal revelación. Su abuelo le había anunciado su destino. Corrió hasta llegar a la playa y allí cruzó la arena para iniciar el avance por el mar helado.  La ropa le pesaba cada vez más y la arrastraba hacia dentro. Entonces pensó en su madre, en la historia del ángel que le hizo creer, en todas las mentiras que le habían contado. La rabia la llevó de regreso a la orilla.

Llegó a casa por la noche sin saber cómo actuar a partir de entonces. Optó por el silencio, nunca volvería a sacar ese tema. Pasaron unos días de aparente normalidad en los que su abuela estaba algo más animada.  Charlotte llegó a hacerse falsas ilusiones. Pensó que el cariño que le había dado a su abuela había conseguido que se recuperase. Se equivocaba. Una noche se escabulló de la cama y se tiró por la ventana. El doctor Moridis les ayudó a organizar el entierro que se celebró el 8 de marzo de 1940. Ottilie corrió con todos los gastos y les invitó a ir a su casa. Pero ambos prefirieron volver a la suya. Ya en casa el abuelo tuvo otro brote de agresividad y alzando la voz le preguntó a Charlotte qué esperaba para matarse ella también. A partir de aquel día la relación entre ambos sería cada vez más tensa.

Charlotte Salomon
Texto: «Querido Dios, por favor no dejes que me vuelva loca».

Charlotte informó a Paula y Albert del fallecimiento de la abuela y a la cantante le preocupó el estado de ánimo que su hijastra reflejaba en la carta. A todas luces necesitaba que estuviesen con ella y por mucho que se esforzó por transmitirle ánimos en su respuesta, tenía la sensación de que las palabras poco servían. En realidad, pronto ni siquiera habría palabras. Ese intercambio epistolar sería el último contacto que mantuvieron.

La situación política era insostenible. El Estado francés pidió a los alemanes que residían en su territorio que se censasen para encerrarlos. En junio de 1940 Charlotte y su abuelo subieron a un tren con destino al campo de Gurs. Al llegar al campo los separaron y Charlotte fue a un barracón de mujeres. Estaba sucio y lleno de ratas. Todas las noches entraba un soldado e iba iluminando el cuerpo de cada una de ellas con una linterna hasta elegir a la que iba a violar.

Charlotte Salomon

La dejaron visitar a su abuelo y lo encontró en un estado físico deplorable. Suplicó ayuda y una enfermera se conmovió y logró que la administración los pusiese en libertad. Tenían que regresar a l’Ermitage andando por los Pirineos. En el camino un chico berlinés que se había ofrecido a ayudarlos trató de violar a Charlotte sin que el abuelo lo viese, pero ella le arañó y consiguió ahuyentarlo. Finalmente encontraron una fonda donde quedarse. Como en la habitación había una sola cama Charlotte tomó la decisión de dormir en el suelo. Pero el abuelo insistió en que debían compartir cama. Le pidió que se desnudara y se acostase junto a él. Al darse cuenta de sus intenciones, Charlotte salió a tomar el aire para hacer tiempo a que su abuelo se durmiese. No podía soportar la forma en la que la miraba el anciano. Por suerte, al día siguiente pudieron coger un autobús que en dos días los dejó en Niza.

Ya en l’Ermitage Charlotte dejó de reprimir el sufrimiento, se tendió en su cama y lloró desconsoladamente. Ottilie, sabedora de la historia familiar, temió que Charlotte se hundiese del todo, le habían pasado demasiadas cosas los últimos meses. Así que decidió llevarla al doctor Moridis, que se asustó al ver el estado de la muchacha. Le recomendó que tomase vitaminas y la animó a pintar, consejo que resultó vital para su recuperación.

Cuando salió de la consulta, Charlotte reflexionó sobre las palabras del doctor y se dio cuenta de que estaba en lo cierto. En ese instante nació Leben? oder Theater? (¿Vida? o ¿Teatro?) Plasmaría su vida en una obra de arte total. Transformaría sus recuerdos en un lenguaje nuevo fruto de la fusión entre pintura, literatura, teatro y música. Era la única forma que tenía de sobrevivir.

No obstante, cabe resaltar que Leben? oder Theater? no se trata de una autobiografía. Para llevar a cabo su creación Charlotte necesitó distanciarse mínimamente de la realidad, impregnando el relato de trazas de fantasía, intercalando teatro a la vida. Por ello, los personajes, que se presentan al principio como en las obras de teatro, no tienen el nombre real de las personas que representan. Charlotte habla de ella en tercera persona, los Salomon se convierten en Kann y su querido Alfred Wolfsohn aparece como Amadeus Daberlohn.

Su estructura es la de una obra teatral. Se divide en tres partes: prólogo, cuerpo y epílogo. Los dibujos van acompañados de textos e indicaciones musicales.

Charlotte Salomon

Al principio lo tuvo muy complicado para tirar adelante con la creación. El alboroto de los niños y el continuo acoso de su abuelo en l’Ermitage hacían imposible que pudiese concentrarse, por mucho que Otillie y Moridis tratasen de facilitarle las cosas. Así que aceptó la generosa oferta de Marthe Pécher de hospedarse de forma gratuita en el hotel que regentaba, La Belle Aurore. Le ofreció la habitación número 1 por tiempo ilimitado. Allí Charlotte pintó, escribió y canturreó durante dos años.  Se entregó por completo a la tarea. A penas salía de su cuarto. Solo interrumpía su labor y se alejaba de allá cuando visitaba a su abuelo en Niza.

En una de las ocasiones que fue allí vio un cartel que anunciaba una ley que obligaba a los judíos a presentarse a las autoridades. Pese a que Marthe le recomendó que no lo hiciese, Charlotte no quería actuar de forma ilegal. El día previsto fue a la prefectura y se puso en la cola. Se trataba de una trampa. En un momento aparecieron varios autobuses que aparcaron cerca de la plaza y esta se vio rodeada de gendarmes que indicaban a la gente que subiese a los vehículos. Les calmaban diciéndoles que se trataba de un control rutinario. Ya dentro de uno de los autobuses un policía se fijó en Charlotte y pidió que le acompañase. La joven se esperaba lo peor, recordaba demasiado bien las visitas nocturnas en el campo de Gurs. Pero el joven insistió y ella, medio paralizada y aterrada, no tuvo más remedio que hacerlo. Una vez estuvieron ambos abajo le ordenó que se fuese. Le acababa de salvar la vida.

Una vida que tras esta experiencia intuía que sería corta. Tenía que vivir lo suficiente para acabar su obra, no podía perder un solo momento. Se recluyó y a penas comía. Su trazo se volvió más vivo, más urgente. Algunos gouaches solo incluían texto, necesitaba explicarlo todo antes de que fuese demasiado tarde.

La última pintura las engloba a todas. Charlotte se dibuja de espaldas al espectador, frente al mar. En su espalda escribe el título de la obra: Leben? oder Theater?

Charlotte Salomon
Texto: «¿Vida? o ¿Teatro?».

Estuvo mucho tiempo clasificando, seleccionando y ordenando los 1325 gouaches que había hecho. Al final eligió y numeró 782.  También añadió notas musicales postreras. La obra estaba formada por tres legajos en los que escribió «Property of Mrs Moore». Quería estar segura de que en caso de que falleciese se los entregarían a ella. Los colocó en una maleta y partió de vuelta a Villefranche-sur-Mer para ponerlos a buen recaudo. Con este fin, fue a la consulta del doctor Moridis, la única persona en la que confiaba tras el regreso de Ottilie a Estados Unidos. Se sentía tan agradecida con la americana que no solo le entregó su obra a través de Moridis sino que también se la dedicó. Charlotte le dio la maleta al doctor y este la guardó sin abrirla.

En L’Ermitage solo estaba Alexander Nagler, un refugiado austríaco y antiguo amante de Ottilie que se había instalado en la mansión cuando ella residía en el hotel. Nagler había atravesado los Alpes en 1939 para huir de los nazis. Era débil, tenía una larga cicatriz que le cruzaba la cara y no andaba bien por culpa de un accidente de juventud.

Debido a sus caracteres, costó bastante que ambos empezasen a congeniar. En realidad, fue la invasión alemana del resto de Francia lo que más los acercó. Compartieron sus miedos, conversaron sobre la situación política y su posible desenlace.

Charlotte seguía yendo a visitar a su abuelo, algo que cada vez le suponía mayor esfuerzo. En ocasiones, Alexander la acompañaba con el fin de aligerarle el mal trago, pero entonces el abuelo arremetía contra él y le advertía a su nieta que no se le ocurriese casarse con el austriaco. Ella no estaba enamorada de Alexander, pero lo quería y necesitaba su compañía.  Un día el abuelo sintió un dolor agudo y al dirigirse a la farmacia por un remedio, cayó muerto delante de la puerta del establecimiento. Charlotte confesó en una carta, hallada años tras su muerte, que lo había envenenado. En ese escrito también daba a entender que había sufrido abusos continuados por parte del anciano.

En la Francia ocupada los aliados se repartieron las zonas que habían sido libres. Los italianos se hicieron cargo del departamento de Alpes-Maritimes y puesto que su política racial no era la misma que la de los nazis, Niza se convirtió en el único refugio europeo para los judíos. Donati, respaldado por el cónsul general de Italia y ayudado por el padre Marie-Benoît, anuló todas las medidas antijudías. La pareja parecía a salvo, pero no se hacían demasiadas ilusiones. Estaban cansados de esperar una hipotética mejora. Llevaban haciéndolo desde 1933.

Charlotte Salomon

Durante la ocupación italiana, ambos iniciaron una relación amorosa y, al poco tiempo, cuando Charlotte contaba con veintiséis años, se quedó en estado. El joven acogió la noticia con júbilo. Quiso creer que el recién nacido les daría la felicidad que tanto ansiaban y merecían. Charlotte aseguraba que estaba esperando una niña y pensó en llamarla Nina, Anaïs o Erika.  Para Alexander, el embarazo hacía que el matrimonio entre ellos fuese prioritario, a pesar de que le supondría dar a conocer su origen judío. Los testigos de las nupcias fueron Moridis y su mujer.

La calma duró poco tiempo. La rendición de Italia el 8 de septiembre de 1943 otorgó el control de la región a los alemanes y estos enviaron a Niza a Aloïs Brunner, uno de los miembros más crueles de la Gestapo. Estableció el cuartel general en el hotel Excelsior e inició la persecución de los judíos para su posterior deportación. Por fortuna para algunos, el prefecto Chaigneau destruyó las listas del censo que se habían hecho y le aseguró que se las habían llevado los italianos.

Algunos judíos trataron de llegar a Italia por la montaña, pero la lesión de Alexander y el embarazo de Charlotte impidieron que contemplasen esta opción. Prefirieron quedarse escondidos en la casa. Mientras tanto, Brunner, para tener más éxito en su caza, ofreció una cuantiosa recompensa a cualquiera que le aportase noticias sobre los judíos. El resultado fue abrumador las denuncias fueron masivas. Los detenidos, torturados por Brunner en los interrogatorios, fueron otra fuente de información.

La mañana del 21 de septiembre de 1943 se recibió una llamada en el cuartel que advertía de la presencia de una mujer joven judía en L’Ermitage. Se desconoce el motivo por el cual se hizo la denuncia, más allá de la recompensa económica. Entraron en la mansión durante la noche para detener a Charlotte, pero Alexander les gritó que también se lo llevasen, que también era judío. Solo les permitieron coger ropa y una manta y los subieron al camión.

Al llegar al hotel Excelsior el propio Brunner les explicó que se había creado un Estado judío en Polonia y que iban a darles unos recibos por su dinero que les devolverían al llegar a su destino. Allí, la comunidad de Cracovia se encargaría de buscarles trabajo y un lugar donde vivir. Quisieron creérselo. Necesitaron creérselo.

A la mañana del quinto día los trasladaron a la estación junto a otros cientos de personas y los subieron a un tren con destino al campo de tránsito de Drancy. Allí los tuvieron diez días hasta que el 7 de octubre a las cuatro y media de la mañana los subieron al convoy número 60 camino a Auschwitz.  A pesar de la oscuridad pudieron ver el letrero colocado encima de la verja de entrada: «Arbeit macht frei». («El trabajo libera».). Los distribuyeron en filas para indicarles a cada uno el grupo al que debía incorporarse. Cuando llegó el turno de Charlotte y esta dijo que de profesión era pintora, el hombre que anotaba sus datos de forma mecánica levantó la vista sorprendido y se percató de que estaba embarazada. Se lo preguntó a modo de confirmación y anotó el grupo que le correspondía.

Junto a las demás seleccionadas en su categoría, la hicieron entrar en un edificio alto para ir a las duchas. Se quitó la ropa, la colgó en una percha y memorizó su número, tal y como les indicaron que debían hacer para encontrar sus pertenecías más tarde. Otra mentira más para evitar que cundiese el pánico. Cuando todas estuvieron dentro de la sala desnudas, desvalidas y expuestas, la puerta se cerró. Las gasearon con Zyklon-B, un gas ideado como pesticida que emplearon los nazis para exterminar a los presos de una forma más eficiente.

Charlotte Salomon

Alexander murió de agotamiento tres meses más tarde. En mayo de 1943, Paula y Albert fueron detenidos en los Países Bajos y enviados al campo de Westerbork. Allí sobrevivieron como auxiliares de clínica hasta que pudieron escapar bajo el pretexto de un viaje a Amsterdam en busca del instrumental necesario para la esterilización de las mujeres judías que le habían solicitado. Al acabar la guerra, trataron de encontrar a Charlotte y se enteraron de su muerte. Viajaron a L’Ermitage para saber cómo había sido su vida durante los últimos años. Allí pudieron conversar con Ottilie, que había regresado de Estados Unidos, y con el doctor Moridis. Fue entonces cuando la americana les hizo entrega de la maleta y les repitió las palabras que dijo Charlotte al entregársela a Moridis: «Cuídala bien, es toda mi vida». También era la vida de ellos.

Ottilie les cedió la obra y, años más tarde, un entendido en arte les aconsejó que organizasen una exposición como homenaje a Charlotte. Esta tuvo lugar en 1961 y provocó tal impacto a sus visitantes que pronto la fama de Charlotte se hizo internacional y le siguieron exposiciones en otros lugares, reportajes y entrevistas a las personas que la habían conocido. Pero la fama fue efímera y en 1971, Paula y Albert, no pudiéndose hacer cargo de su legado, lo donaron íntegramente al Museo Judío de Ámsterdam, donde todavía permanece fuera de la exposición permanente. Albert falleció en 1976 y Paula en el 2000.

Por lo que se refiere a Alfred, consiguió huir a Londres en 1940 gracias a la ayuda de una de sus alumnas y se quedó a vivir allí el resto de su vida. Veinte años después de la guerra recibió una carta de Paula y le respondió animándola a volver a cantar. Ninguno de los dos nombró a Charlotte, a Alfred le daba miedo preguntar por ella.  Pocos meses después recibió el catálogo de la exposición junto a un folleto con una reseña biográfica. Pudo confirmar lo que tanto temía: había muerto. Le impactó enormemente verse a sí mismo en los gouaches, comprobar hasta qué punto había sido importante en la vida de Charlotte. Todo lo que se habían dicho, lo que habían vivido juntos estaba reflejado en los dibujos y los textos que los acompañaban. Un año más tarde lo encontraron muerto encima de la cama, totalmente vestido. En el bolsillo interior del traje hallaron el folleto de la exposición de la obra Leben? oder Theater?

Charlotte Salomon

LA EXPOSICIÓN

El pasado diciembre pude visitar la exposición ¿Vida? o ¿Teatro? Charlotte Salomon. Berlín, 1917 – Auschwitz, 1943, que se inauguró en el Real Monasterio de Santa María de Pedralbes el 17 de octubre de 2018 y que permanecerá abierta hasta el 17 de febrero de 2019, y me enamoré de la obra de Charlotte Salomon. Contemplar los trazos de su pincel, sentir la urgencia por completar la obra de su vida, leer sus palabras (y entenderlas gracias a la traducción de estas que se ofrece en el Monasterio de Pedralbes), pensar en la música que canturreaba mientras trabajaba frente al mar… me conmocionó. La exposición comisariada por Ricard Bru, doctor en Historia del Arte y profesor del Departamento de Arte y Musicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, ​​en colaboración con el Jewish Historical Museum de Amsterdam, cuenta con una selección de 237 gouaches, que muestran la grandiosidad de una obra única, nos devuelven a una de las mejores artistas del siglo XX que ha sido injustamente olvidada.

BIBLIOGRAFÍA Y MATERIAL COMPLEMENTARIO SOBRE CHARLOTTE SALOMON

Galería con la obra  ¿Vida? o ¿Teatro? completa

— David Foenkinos, Charlotte

Charlotte Salomon, Life? or Theatre?

Exposición Real Monasterio de Santa María de Pedralbes

***

ANEXO:

DEPRESIÓN Y SUICIDIO. ENTREVISTA A PABLO MALO

Charlotte Salomon

En cuanto salí de la exposición, supe que le dedicaría una entrada. Aunque me sabía mal por todos los lectores que venís aquí en busca de divulgación científica. Así que, para los más curiosos, pensé en buscar información acerca de algunas de las preguntas sobre la depresión y el suicidio que me surgieron cuando conocí la vida de Charlotte Salomon.

No obstante, puesto que tanto la depresión como el suicidio son temas delicados y complejos, muy alejados de mi formación, tenía claro que no era la persona adecuada para abordar su divulgación. Así que decidí formular mis cuestiones a un excelente profesional, cuya labor de divulgación sigo desde hace tiempo: el psiquiatra Pablo Malo, miembro de la Txori-Herri Medical Association y de los Beautiful Brains.

Pablo, con quien no había tenido el gusto de tratar hasta entonces, se mostró atento y cercano y accedió a ayudarme desde el primer momento. A continuación, os dejo con mis dudas y sus interesantes respuestas.

En la familia de Charlotte hay muchos suicidios, ¿existe algún aspecto genético que pueda justificarlo?

Sí. Casos familiares como el de Charlotte o el de la familia de Hemingway demuestran que el suicidio «corre en familias», como dicen los anglosajones. Cuando Margaux Hemingway se suicidó en 1996 era el quinto suicidio en cuatro generaciones de la familia de Ernest Hemingway. Lógicamente esto no demuestra que sea hereditario, pero se han realizado estudios en gemelos que demuestran que los gemelos idénticos tienen una mayor concordancia para el suicidio que los mellizos, con una heredabilidad estimada según los estudios del 35-55%. Además, hoy en día se realizan estudios moleculares del genoma completo (GWAS) y se han localizado genes que influyen en los suicidios e intentos de suicidio.

Como los trastornos mentales también son hereditarios, podría pensarse que lo que se hereda es la predisposición a padecer esos trastornos mentales y que estos serían los mediadores del suicidio. Sin embargo, aun descontando esa herencia de trastornos mentales sigue habiendo una herencia que no está ligada a los trastornos mentales. Es decir, los genes influencian el suicidio directamente también, no por medio de los trastornos mentales solamente.

Lógicamente no existe un gen para el suicidio como tal (ni varios). Lo que puede ocurrir es que los genes codifiquen proteínas que afectan a características que tienen una influencia en el suicidio. Por ejemplo, los genes podrían influir en características como la impulsividad o agresividad, las cuales podrían hacer que ante determinadas circunstancias y problemas de la vida unas personas tengan mayor facilidad para actuar en base a emociones como la depresión, la desesperanza o para actuar en base a las ideas de suicidio. Mucha gente tiene ideas de suicidio, pero poca gente tiene la capacidad de actuar en base a esas ideas.

A la abuela le diagnostican depresión, ¿qué relación hay entre la depresión y el suicidio?

Es complicado. Suele decirse que de la mayoría de las personas que se suicidan, el 90%, padece un trastorno mental siendo la depresión el más asociado al suicidio. Pero nos olvidamos de que el 95% de las personas que padecen depresión no se suicidarán nunca. Sólo del 2-7% lo harán a lo largo de su vida. Este simple dato nos hace comprender que la depresión por sí sola no puede ser la causa del suicidio, sino que hacen falta otros factores.

También hay dudas de que esas estimaciones de que el 90% de las personas que se suicidan tengan un trastorno mental sean correctas. En China sólo son el 50%, en India el 40% y en Malasia el 20%. Estas estimaciones se basan en lo que se llaman autopsias psicológicas y estas autopsias tienen muchos problemas hasta el punto de que algunos autores no las consideran fiables.

Los factores que pueden influir en que una persona depresiva se suicide son múltiples y a todos los niveles, desde sucesos vitales adversos como rupturas sentimentales, ruina económica, abuso y maltrato sufrido en la infancia, conflictos interpersonales de todo tipo y la impulsividad y agresividad de la persona, como decía antes.

A su madre le diagnosticaron una mera crisis pasajera, ¿cuándo empezó a diagnosticarse la depresión?

La depresión se conoce desde la antigüedad, y con un nombre u otro se ha descrito en casi todas las culturas. Antiguamente se la llamaba Melancolía, que significa bilis negra. El concepto de depresión que manejamos actualmente data de 1980 cuando apareció la tercera versión del manual norteamericano de diagnóstico de trastornos mentales, el DSM-III.

¿Qué es el suicidio por contagio? ¿Pudo influir en los suicidios de su familia?

El suicido por contagio, suicidio copycat o efecto Wherter consiste en la copia por aprendizaje o imitación de la conducta suicida de otra persona. En el caso de la familia de Charlotte no creo que sea posible el mecanismo porque los suicidios ocurrieron de una forma muy espaciada en el tiempo. Podría haber un contagio si un hermano, por ejemplo, se suicida y a los pocos días otro hermano también lo hace o lo intenta. De todos modos, la literatura sobre el contagio del suicidio no es definitiva, aunque es un efecto sobre el que ahora mismo hay un consenso de que efectivamente existe.

Cuando el escritor David Foenkinos fue a visitar al doctor Moridis, este le comentó que Charlotte tenía la locura propia de los genios. ¿Es cierto que la genialidad implica un cierto grado de locura?

Este es otro asunto que lleva debatiéndose siglos sin que haya tampoco un consenso claro definitivo. Parece haber datos de que sobre todo en el Trastorno Bipolar (una enfermedad que cursa con depresiones, pero también con fases de euforia que se llaman manías) puede darse una mayor creatividad en las fases de manía (muchos escritores, músicos, actores, etc., sufren o han sufrido este trastorno). Algunas personas pueden mantener un estado hipomaníaco (un estado maníaco o de euforia de menor intensidad) durante mucho tiempo, lo que les permitiría una mayor rendimiento y creatividad de forma continuada.

Charlotte dijo que la voluntad por realizar su obra le salvó de la locura. ¿De qué forma puede influir el arte en la mejora de la salud mental?, ¿o fue quizá el hecho de marcarse un objetivo?

Creo que fue lo segundo. Cualquier otra pasión o vocación que motivara a una persona para seguir adelante habría cumplido probablemente la misma función. Pero esa pasión en la vida se tiene o no se tiene, otras personas —como las mujeres de su familia que se suicidaron— probablemente no tuvieron una pasión de algún tipo que les ayudara a superar los negros momentos a los que se veían arrastradas por sus depresiones. O tal vez eran algo más impulsivas y agresivas y actuaron para huir de su sufrimiento de una manera que resultó irreversible.

Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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7 respuestas a El diario artístico de Charlotte

  1. ununcuadio dijo:

    Wow! Impresionante, Laura, muchas gracias por traernos esta pedazo historia. Había dejado esta entrada para leer con calma, cuando el jueves pasado en el English Reading Club hablaron de la exposición y al buscar información vi que era la misma Charlotte Salomon de tu blog. Después de disfrutar hoy de la visita, leer esta entrada ha sido un regalazo. Y por supuesto el final en forma de entrevista a Pablo Malo me ha parecido interesantísimo.

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    • ununcuadio dijo:

      Uy, se me ha pasado comentar que, al principio de esta entrada, no he podido evitar que me recordara a James Rhodes. Quizá compartían esa pasión por vivir a pesar de todo

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    • Gracias!!! A mí me puso la carne de gallina. Pablo es encantador y al final pensé que era mucho mejor hacerle una entrevista y que lo expresase él con sus palabras, que divulgarlo yo. Son temas demasiado delicados e importantes. Mil gracias por tu ayuda. Otro besote

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  2. Loreto villar dijo:

    Muy buena toda la información de la vida y obra de Charlotte, gracias

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  3. Gema HC dijo:

    Buscando información sobre Charlotte Salomon me he encontrado con tu artículo.
    Muchísimas gracias, es completísimo.

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