Radiografiando a Goya

“La condesa de Chinchón” de Francisco de Goya

“La condesa de Chinchón” de Francisco de Goya

Colaboración para el Cuaderno de Cultura Científica como Naukas

La mirada pensativa y tierna de María Teresa esperaba en el museo. Los sentimientos más íntimos de la joven Condesa de Chinchón latían en las pinceladas de Francisco de Goya. El retrato más delicado y hermoso del maestro iba a someterse a un completo estudio multidisciplinar que desvelaría sus secretos ocultos volviéndolo todavía más bello.

María Teresa de Borbón y Vallabriga, XV Condesa de Chinchón y Marquesa de Boadilla del Monte fue retratada por Goya en abril de 1800. Por aquel entonces, con 20 años, estaba embarazada de su primera hija, la infanta Carlota. Era la segunda vez que era inmortalizada por el pintor, quien la tenía en gran estima. El padre de la joven, el infante don Luis de Borbón  y Farnesio, hijo de Felipe V, fue el primer mecenas del pintor. Como segundón, el infante fue destinado a la carrera eclesiástica  siendo nombrado arzobispo de Toledo con tan solo ocho años. Llegó a ejercer como Primado de las Españas y arzobispo de Sevilla pero consciente de su falta de vocación religiosa, le comunicó su voluntad de renunciar a su hermanastro el rey Fernando VI, quien accedió a la propuesta que más tarde fue aceptada por el Papa.

 En 1761 compró el Condado de Chinchón y, al expresar su deseo de contraer matrimonio, su hermano el rey Carlos III, quien había sucedido a Fernando VI, estableció en la Pragmática Sanción que, no pudiéndole proporcionar una esposa de su misma clase social, le permitiría casarse siempre que fuese con una mujer designada por él en matrimonio morganático, abandonase la corte y sus hijos quedasen excluidos de todo tipo de honores y distinciones, incluyendo la renuncia al apellido Borbón y a sus derechos sucesorios al trono. Con ello Carlos III aseguraba la sucesión para sus descendientes.

En 1776, Luis de Borbón contrajo matrimonio con María Teresa de Vallabriga y Rozas, hija de Luis de Vallabriga, mayordomo de Carlos III, y de María Josefa de Rozas y Melfort, tercera condesa de Castelblanco y tuvieron tres hijos: María Teresa, María Luisa y Luís María. Al morir el infante, los niños fueron separados de su madre y llevados al convento de San Clemente en Toledo, donde Luis María empezó su carrera religiosa.

El rey Carlos IV, al suceder a su padre, quiso reunir de nuevo a la familia y, a tal fin, le propuso a su prima María Teresa el matrimonio con don Manuel Godoy, Primer Ministro y Príncipe de la Paz. Estas nupcias celebradas en 1797, le proporcionaron la posibilidad de volver a la Corte y de recuperar el apellido Borbón con todos los honores que llevaba aparejado. Su madre fue reconocida como Infanta, recibiendo ella y sus futuras hijas la condecoración de la orden de María Luisa. Por otra parte, su hermano Luis María, en 1800, fue nombrado cardenal y Primado de España.

La pintura de doña María Teresa, se realizó en aquel momento y es una de las obras clave de la retratística de Goya. El Estado español lo adquirió por derecho de tanteo a los herederos de la condesa en el 2000.  Su destino fue el Museo del Prado. Allí se le sometió a un minucioso análisis de sus características técnicas y de su estado de conservación. Una de las ciencias que cobró mayor relevancia en dicho estudio fue la física, que forma un gran equipo con la historia del arte.

“María Teresa de Vallabriga y Rozas” de Francisco de Goya

“María Teresa de Vallabriga y Rozas” de Francisco de Goya

La física es una ciencia imprescindible en la datación, restauración, conservación  y autentificación de las obras de arte mediante técnicas no invasivas. Los ensayos no destructivos E.N.D. se basan en principios físicos cuya aplicación permite elaborar un diagnóstico de la calidad del patrimonio artístico sin dañarlo.

De entre el abanico de pruebas existentes, centraremos el artículo en las técnicas radiográficas, que aportan información sobre las estructuras internas no visibles en la observación directa de las piezas. La imagen resultante se obtiene gracias a la propiedad de los rayos X y gamma de atravesar los objetos opacos a la luz y ser absorbidos, en mayor o menor proporción, según la naturaleza y el espesor del material que los atenúa. La distribución variable de la intensidad de radiación emergente  es detectada por el sistema de imagen, analógico o digital, que da lugar a la radiografía. El efecto físico causante de la absorción diferencial de la radiación incidente es el Efecto Fotoeléctrico, cuyo descubrimiento le valió el  Nobel de Física a Albert Einstein en 1921.  Pero en la interacción de los rayos X y gamma con la materia, también se genera, por Efecto Compton,  una radiación dispersa que disminuye la calidad de la imagen empeorando su contraste. Esta es, a su vez, la principal responsable de la irradiación del personal que lleva a cabo la práctica y debe tenerse en cuenta a la hora de implementar las medidas de protección radiológica.

Las dos fuentes que podemos emplear para producir los rayos X y los gamma en las técnicas radiográficas, se basan en principios físicos distintos. En el caso de los rayos X, se generan en equipos electrónicos formados, por tres componentes básicos: un generador, un tubo de rayos X y un sistema de obtención de la imagen. La energía necesaria para que funcionen los diferentes elementos viene suministrada por la red eléctrica. Por lo que se refiere a la radiación gamma, se emite cuando el núcleo atómico a través de un proceso espontáneo, sin consumo energético del exterior, evoluciona a un estado que posee o conducirá a una configuración más estable de menor energía.

La elección del tipo de radiación más adecuado para la realización del estudio debe llevarse a cabo valorando los diferentes aspectos limitativos de ambas alternativas. Un primer factor a tener en cuenta es su diferente naturaleza. En los tubos de rayos X se genera radiación continua, es decir, su representación en el dominio frecuencial, o espectro, comprende todas las frecuencias contenidas en un cierto intervalo.  En cambio, en el caso de la radiación gamma, el espectro está compuesto únicamente por una o varias frecuencias discretas que corresponden a las diferencias entre los niveles energéticos inicial y final. Por tanto, cuando inciden los rayos X sobre un material los fotones de menor frecuencia (menor energía) son atenuados mientras que los más energéticos llegan a la imagen componiendo sus diferentes tonalidades. Por el contrario, el espectro discreto de la radiación gamma, hace que la absorción se convierta en un proceso de “pasa o no pasa” y su imagen radiográfica carezca del rango de grises de que dispone la de los rayos X. Otros factores prácticos que pueden inclinar la balanza a favor del uso de un tipo de radiación u otro son el consumo energético, la sencillez del manejo,  el coste o el riesgo radiológico.

En el caso del radiografiado de las obras pictóricas se pueden utilizar indistintamente ambos tipos de radiación, pero son los rayos X los más profusamente empleados siempre que las piezas no tengan gran poder de absorción y se requieran haces incidentes más energéticos, en cuyo caso se recurre al empleo de rayos gamma.

La imagen radiográfica de un cuadro aporta datos sobre la técnica pictórica empleada que posibilitan la contextualización artística, social e histórica de la obra. Esta información es de gran importancia para determinar la manera de trabajar de un pintor, una escuela o una corriente artística. Esta aplicación también sirve para analizar el estado de la pintura, facilitando que, tras su cesión o préstamo, el propietario pueda cerciorarse de que no se ha deteriorado ni ha sido substituida por una falsificación. La imagen muestra los daños sufridos por la obra proporcionando herramientas para saber si son recientes o antiguos y decidir cuáles son los mejores métodos para subsanarlos.

En una obra pictórica se pueden identificar diferentes estratos constitutivos, que en el caso más complejo abarcan de atrás adelante: el soporte, la preparación e imprimación, el dibujo, la capa pictórica y la capa de protección. Todas estas capas pueden quedar registradas en una radiografía siempre que sean lo suficientemente absorbentes a los rayos X. Es por tanto, de gran importancia conocer los materiales artísticos empleados en los diferentes siglos y su capacidad de absorción a este tipo de radiación.

Los soportes más empleados son la tela, la madera y el metal. En el caso de la pintura sobre tela, la radiografía es el único método capaz de aportar información sobre la tela original cuando la obra está reentelada. Esto se debe a que, a diferencia del adhesivo tradicional de reentelado (la gacha), la capa de preparación es absorbente a los rayos X. Su imagen da a conocer el número de paños que constituyen el lienzo; el tipo de ligamento, su densidad y regularidad; la existencia de injertos, añadidos o costuras, e incluso la presencia de inscripciones y sellos situados en el reverso de la tela original que quedan ocultos por las forraciones. El bastidor de madera aparece registrado en la radiografía y puede clasificarse gracias al tipo de ensamble empleado en los travesaños.

Los soportes de madera, por su parte, encuentran en la técnica radiográfica, un método muy eficaz para determinar el periodo artístico y la escuela pictórica a la que pertenece la pintura. A tal fin son fundamentales  las clases de uniones entre las tablas así como el tipo de madera elegido. El lienzo, por su parte, también contribuye a la datación. La imagen radiográfica pone de manifiesto si está hecho a mano o a máquina o si está fabricado con finos hilos o fibras más toscas. A parte, también muestra si ha habido adiciones y si estas corresponden al autor original, aspecto clave a la hora de valorar las pinturas más relevantes de autores clásicos.

Las radiaciones ionizantes también desvelan los secretos ocultos en la capa de preparación e imprimación. No sólo son capaces de informar sobre el instrumento con el que fue aplicada, sino que incluso pueden describir la dirección del brazo del artista y la mano que empleó para distribuirla. La desigual absorción de esta capa, debida a su espesor o a su composición, la convierte en una pieza clave para detectar añadidos, injertos y zonas no originales de la obra. El dibujo subyacente, situado después, anuncia la composición de la obra con mayor o menor detalle. Su imagen radiográfica nos da la posibilidad de acercarnos al proceso de ejecución y proponer hipótesis sobre el mismo. Una de ellas podría ser que el dibujo se hubiese trazado a dos manos como resultado de una colaboración entre maestro y aprendiz.

Finalmente, en el estudio de la capa pictórica es determinante el poder de absorción de los diferentes pigmentos. El análisis da a conocer aspectos tan personales y característicos de un pintor como son el gesto del trazo, el tipo de pincelada y los recursos artísticos utilizados para construir la escena. Se puede reconocer la técnica del autor y confirmar la autenticidad de la obra. A parte, el radiografiado también permite observar los cambios de composición conocidos como arrepentimientos o si se trata de un soporte que ya había sido pintado, en cuyo caso las dos imágenes aparecen superpuestas. La pintura escondida, cuyo valor artístico  e histórico puede ser mayor que el de la visible, aparece ante nuestros ojos.

Radiografía del cuadro “María Teresa de Vallabriga y Rozas” de Francisco que muestra ambas pinturas subyacentes. Derecha: Lienzo en posición vertical. Izquierda: Lienzo invertido

Radiografía del cuadro “María Teresa de Vallabriga y Rozas” de Francisco que muestra ambas pinturas subyacentes. Derecha: Lienzo en posición vertical. Izquierda: Lienzo invertido

María Teresa está acompañada. A la altura de sus hombros se pueden distinguir tres piernas vestidas con prendas masculinas.  Para identificar a los dueños de dichas extremidades debemos girar el cuadro 180º y observar entre las faldas de la condesa. Allí aparece el rostro de los dos personajes masculinos. Su postura y la forma en la que están desplazados uno respecto al otro nos indica que no pertenecen a una misma escena. Parece que la condesa fue pintada en un lienzo que ya había sido utilizado con anterioridad en dos ocasiones.

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Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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6 respuestas a Radiografiando a Goya

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  2. ¡Magnífico! Da gusto leerte.

    Es tremendo la cantidad de obras que se han perdido en la historia por «reescribir» o «repintar». En este caso siendo el propio Goya serían cuadros con los que no quedo contento, pero la de autores que han aprovechado lienzos o pergaminos de otros para hacer sus propias obras es increíble.

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    • Yo también lo pensé y de hecho me gustaría saber cuánto valían los lienzos que incluso la realeza los aprovechaba y no hacía uno nuevo. En este caso podían ser borradores que no salieron bien pero en otras ocasiones eran cuadros acabados. Todo este tema me parece muy interesante.

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  3. Interesantísimo post as usual. ¿Has oído hablar de los TeraHertzios? parece que se usan también para estas cosas. Aunque no hay muchas fuentes de esta radiación, pero prometen ya que al no ser ionizantes se podrán usar con «menos cuidados».

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