Post original publicado en Naukas
Cada enero la plataforma Naukas lanza una pregunta abierta a toda la comunidad de colaboradores y publica las diferentes respuestas en el blog. Teniendo en cuenta la cuantía y diversidad de divulgadores que formamos parte de la plataforma, el atractivo de la iniciativa es evidente.
Os recomiendo que leáis todas las respuestas que van apareciendo, son a cual más interesante. Y ya, sin más preámbulos os transcribo la mía.
PREGUNTA NAUKAS: ¿Qué persona o hecho (dentro del ámbito docente, científico o divulgador) marcó tu carrera, tu interés por la ciencia o tu investigación?
Sus clases eran el mejor momento del día. Cuando no había Física, la echaba de menos. Nadie había logrado apasionarme tanto por una asignatura y nadie lo conseguiría después. Se llamaba Sebastià Albacar y fue el mejor profesor que he tenido.
Escuchando atentamente sus explicaciones desde aquel pupitre del aula de 7º de E.G.B., decidí que estudiaría Física. De hecho, me prometí a mí misma que cuando fuese mayor y me licenciase le entregaría una copia del título con una dedicatoria de agradecimiento. Afortunadamente, tiempo después, tuve la oportunidad de hacerlo.
Era inteligente e irónico y contaba con un talento especial para entusiasmarnos por la asignatura. Le profesaba profunda admiración. Ante él necesitaba ser una alumna ejemplar, la alumna que merecía tener alguien que con tanta destreza nos descubría aquella ciencia fascinante de la que me enamoré. Con él incluso llegué a salir a la pizarra voluntaria dos veces consecutivas en la misma clase, algo absolutamente extraordinario teniendo en cuenta mi inseguridad.
Al año siguiente, en 8º, impartió mi segunda asignatura favorita, Matemáticas, y pude volver a pasármelo genial en sus clases. Tanto les hablé a mis padres en esos dos años de las bondades del profesor Albacar que, al final del curso y tras la entrega de las notas, le pidieron cita para conocerlo personalmente. Por mi parte, sabía que ya no volvería a ser su alumna, pero, por timidez, me quedé con las ganas de expresarle mi gratitud y en BUP y COU apenas coincidimos. Tenía esa espina clavada y nunca creí que la podría sacar. Pero, por fortuna, me equivocaba.
Años más tarde le sustituí en el colegio durante unos meses y, con el pretexto de preguntarle por los contenidos, le escribí un email explicándole cuánto había significado para mí. Me respondió con un email muy cariñoso en el que decía que me recordaba y quedamos en vernos. Nos hicimos amigos y descubrí que era una persona excepcional en todos los sentidos, alguien con quien podía pasarme hablando horas y horas. Durante los diez años que pude disfrutar de su amistad, nuestras conversaciones siempre fueron oasis y refugios, momentos en los que no pensaba en nada más, en los que era, simplemente, feliz. Siempre estuvo ahí, para apoyarme en los momentos difíciles, para celebrar las alegrías. Nunca he podido volver a entrar en el bar en el que pasamos tantas tardes, le añoro demasiado. No puedo evitar pensar en todas las cosas que me gustaría contarle, en las palabras que quedaron por decir.
Siempre he creído que las personas que queremos no mueren del todo, que siguen vivas en nuestro recuerdo. Yo jamás podré olvidar a Sebastià, el profesor que me cambió la vida.
Me ha emocionado la respuesta relativa al profesor Sebastià Albacar. Es curioso cómo puede marcar nuestras vidas un profesor que nos hace apasionarnos por una asignatura. Soy profesor también y creo que a veces no somos conscientes de cómo podemos influir en la vida de nuestros alumnos.
La respuesta es especialmente emotiva porque no sólo habla de la pasión por la Ciencia, de la vida, de la amistad sino también de la muerte y de cómo las personas permanecen vivas en nuestro recuerdo. Pasan de estar con nosotros a estar en nosotros.
En mi caso, la vocación de profesor y el gusto por la Ciencia me la inculcó en la EGB un maestro muy especial con el que además compartí muchos años: mi padre.
Un abrazo
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Manuel, gracias por tus hermosas palabras. Es un post escrito con el corazón. Opino exactamente lo mismo que tú, que nadie se muere del todo porque permanece en nuestro interior.
A mí mi padre se lo debo todo.
Un besazo,
Laura
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