«Cada librería condensa el mundo». Jorge Carrión (Librerías)
Necesito que las librerías existan para tener esperanza. No concibo un mundo sin estos refugios, estas comunidades de amantes de la cultura.
Desde niña, entrar en una librería ha sido una celebración. No importaba lo complicada que fuera la vida fuera, allí, en ese momento, me sentía a salvo.
En estos tiempos tan duros, las librerías siguen ahí, luchando por sobrevivir, buscando nuevas formas de acogernos.
Las librerías también son negocios de personas que conocen la importancia de la lectura para el ser humano y apuestan por ella. Y, como negocios, necesitan contar con ingresos.
Por ello quiero pediros que, cuando compréis libros, lo hagáis en librerías, en nuestras manos está mantenerlas a salvo. Que, si no tienen la obra que buscáis, esperéis a que os la traigan, ¿realmente os urge tener ese libro en 24h? Que, si preferís o tenéis que comprar un libro por internet, recurráis a las tiendas online de las librerías o a la plataforma de librerías independientes todostuslibros.com. Hacerlo, puede ser nuestra pequeña contribución a la defensa de la cultura.
Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
No sé muy bien por qué, pero las librerías (y las bibliotecas) siempre me han fascinado como espacio físico. Si veo una, tengo que entrar.
Hace ya 5 años emigré a los Países Bajos, un país cuya lengua oficial entonces no sabía hablar ni apenas leer. A pesar de ello, sus librerías me atraían exactamente igual que las de España, aunque con una diferencia: un punto de amarga ansiedad muy parecido al que sentía, de niño, al ir a clase sin haber hecho los deberes. «Esto tengo que sabérmelo, y ya voy tarde», pensaba. O más bien sentía.
Relacionado con esto, una de las experiencias más alucinantes que he tenido fue la de visitar la biblioteca del Instituto Cervantes en Utrecht. Se encuentra frente a la catedral, en un lugar de inconfundible aspecto holandés… y sin embargo basta cruzar las puertas para trasladarse a un lugar con una atmósfera inconfundiblemente española.
Poder disfrutar de las librerías y los libros que tengo a mi alrededor ha sido una poderosísima motivación para aprender esta endiablada lengua. Hace poco leí mi primera novela. No será la última.
¡Pablo! ¡Que ilusión leerte por aquí! Entiendo perfectamente todo lo que cuentas porque me pasa igual. Es como si tuviesen un imán. Y su función para acercarte la lengua me parece una historia preciosa. Un besazo, amigo.
No sé muy bien por qué, pero las librerías (y las bibliotecas) siempre me han fascinado como espacio físico. Si veo una, tengo que entrar.
Hace ya 5 años emigré a los Países Bajos, un país cuya lengua oficial entonces no sabía hablar ni apenas leer. A pesar de ello, sus librerías me atraían exactamente igual que las de España, aunque con una diferencia: un punto de amarga ansiedad muy parecido al que sentía, de niño, al ir a clase sin haber hecho los deberes. «Esto tengo que sabérmelo, y ya voy tarde», pensaba. O más bien sentía.
Relacionado con esto, una de las experiencias más alucinantes que he tenido fue la de visitar la biblioteca del Instituto Cervantes en Utrecht. Se encuentra frente a la catedral, en un lugar de inconfundible aspecto holandés… y sin embargo basta cruzar las puertas para trasladarse a un lugar con una atmósfera inconfundiblemente española.
Poder disfrutar de las librerías y los libros que tengo a mi alrededor ha sido una poderosísima motivación para aprender esta endiablada lengua. Hace poco leí mi primera novela. No será la última.
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¡Pablo! ¡Que ilusión leerte por aquí! Entiendo perfectamente todo lo que cuentas porque me pasa igual. Es como si tuviesen un imán. Y su función para acercarte la lengua me parece una historia preciosa. Un besazo, amigo.
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