Recordando a Emily Warren Roebling en el Día Internacional de las Mujeres en la Ingeniería

Entrelazados

tu destino y el puente.

Coraje y voz.

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El 23 de junio se celebra el Día Internacional de las Mujeres en la Ingeniería, que busca promover la participación de las mujeres en el campo de la ingeniería y resaltar sus contribuciones en esta área. Se estableció en 2014 por la Sociedad de Ingenieras y Científicas del Reino Unido (WES, por sus siglas en inglés) para abordar la brecha de género en el campo de la ingeniería. El objetivo de esta celebración es aumentar la visibilidad de las mujeres ingenieras, alentar a las niñas y jóvenes a considerar carreras en ingeniería y fomentar entornos inclusivos en la industria.

Para celebrar este día quiero recordar a Emily Warren Roebling, la intrépida ingeniera que desafió las convenciones de su tiempo y dejó una huella indeleble en la construcción del icónico puente de Brooklyn. Cuando su esposo, Washington Roebling, quedó parcialmente incapacitado y no pudo continuar con su labor como ingeniero jefe, fue Emily quien emergió como líder técnica y primera ingeniera de campo en este ambicioso proyecto.

Emily nació como Emily Warren el 23 de septiembre de 1843, en una familia establecida desde hacía mucho tiempo en Cold Spring, a orillas del río Hudson. Fue la penúltima de los doce hijos de Sylvanus Warren y su esposa Phoebe Lickley Warren. Estudió en la escuela Georgetown Visitation Convent, donde cursó, además de las asignaturas típicas asociadas a su género, otras como historia, matemáticas o geografía. Conoció a Washington Roebling en 1864, en un baile de oficiales que tuvo lugar durante la Guerra Civil. Él era coronel del ejército norteamericano y servía bajo el mando del hermano de Emily, el general Kemble Warren. Ambos se enamoraron y contrajeron matrimonio un año más tarde.

Poco después de la guerra, Washington fue llamado a Cincinnati para ayudar a su padre, el ingeniero civil John Augustus Roebling, a completar el gran puente colgante sobre el río Ohio. Asumió que Emily se quedaría con sus padres en Cold Spring, pero ella quería formar parte de la vida y el trabajo de su esposo e insistió en unirse a él en Cincinnati.

En 1869, Washington y Emily se mudaron a Nueva York para trabajar con John A. Roebling en el nuevo puente que iba a conectar las crecientes ciudades de Nueva York y Brooklyn. Por desgracia, John Roebling falleció ese mismo año como resultado de un accidente, así que Washington asumió la responsabilidad de su padre convirtiéndose en el ingeniero jefe del puente.

Cuando en 1872, Washington padeció el síndrome de descompresión como resultado de su trabajo en las bases submarinas de las torres de la tremenda estructura, Emily dio un paso al frente. Se sumergió en el aprendizaje de las complejidades de la ingeniería de puentes: matemáticas avanzadas, estudio de la resistencia de materiales, análisis de tensiones y la construcción de cables de acero.

En estrecha colaboración con su esposo, Emily y Washington planificaron meticulosamente la continuación de la construcción del puente. Sin embargo, fue ella quien asumió la responsabilidad de supervisar las tareas diarias, gestionar proyectos y enfrentar los desafíos que surgían. Se convirtió en la cara visible del proyecto, lidiando con políticos, ingenieros rivales y todos aquellos asociados al trabajo en el puente. Debido a esto la gente llegó a creer que ella era la única mente maestra detrás del diseño.

Su determinación y liderazgo destacaron en la historia de la ingeniería, rompiendo las barreras de género y demostrando el inmenso potencial de las mujeres en campos técnicos.

El puente de Brooklyn, símbolo de audacia y grandeza, finalmente se completó en 1883, y gracias al legado de Emily y Washington, su historia perdura en cada rincón de su majestuosa estructura. En honor a la incansable labor de Emily Warren Roebling, fue la primera persona en cruzarlo en carruaje y una placa conmemorativa se erige para recordar un legado que trasciende generaciones.

Referencias

Acerca de Laura Morrón Ruiz de Gordejuela

Licenciada en Física por la Universidad de Barcelona y máster en Ingeniería y Gestión de las energías renovables por IL3. Tras desempeñar su labor profesional durante diez años en el campo de la protección radiológica, tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Next Door Publishers, donde, como editora, puede aunar su pasión por la divulgación científica y los libros. Aparte de esta labor, desde 2013, ejerce de divulgadora científica en el blog «Los Mundos de Brana» —premiado en la VI edición del Concurso de Divulgación Científica del CPAN— y en las plataformas «Naukas» y «Hablando de Ciencia». Ha colaborado en los blogs «Cuentos Cuánticos» y «Desayuno con fotones» y en los podcasts de ciencia «La Buhardilla 2.0», «Crecer soñando ciencia» y «Pa ciència, la nostra». Es integrante del Grupo Especializado de Mujeres en la Física de la Real Sociedad Española de Física (GEMF), la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), El Legado de las Mujeres y la ADCMurcia. En 2015 fue galardonada con el premio Tesla de divulgación científica de «Naukas». Es autora del libro «A hombros de gigantas».
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