“Estoy convencido de que, si se diera el caso de un profesor de urología que a la vez conociera a fondo la física y química biológicas, estaría en condiciones de resolver problemas que hoy permanecen sin solución.” Salvador Gil Vernet
Me detengo en las primeras láminas de The Art for Transforming Science conmovida. Siento que contemplo los originales, que percibo el esfuerzo de los artistas y los estudiantes de la Facultad de Medicina, la pasión que Don Salvador Gil Vernet ponía en todos los proyectos que iniciaba. Pienso en ese instante en el que vislumbró el potencial que tenía el arte como fuente de conocimiento científico.

The Art of Transforming Nature
Salvador Gil Vernet nació el 10 de agosto de 1892 en Vandellós, donde cursó los estudios primarios. Para hacer el bachillerato entró en un internado de Tarragona e ingresó en el Instituto General y Técnico de la ciudad. Ya entonces experimentaba una “irresistible inclinación por el estudio de las ciencias naturales” y una especial predilección por la botánica. Destinaba sus vacaciones veraniegas a incrementar y clasificar su colección de especies con la ayuda del Compendio de la Flora Española de Blas Lázaro e Ibiza. A pesar de que, por temas familiares, no pudo ver cumplido su deseo de convertirse en catedrático del Instituto de Ciencias Naturales, la temprana contemplación de la naturaleza fue decisiva en el desarrollo de la capacidad de observación que debe poseer todo buen investigador.
En 1909 accedió a la Facultad de Medicina de Barcelona y, durante su estancia allí, fue preparador anatómico en la Cátedra de Anatomía y alumno interno en la Cátedra de Patología Quirúrgica y en el Hospital de la Santa Cruz. En este último funcionaba, desde 1906, el mejor Servicio de Urología de Barcelona dirigido por el Dr. Joaquín Mestre. Una vez licenciado con sobresaliente, el 30 de junio de 1915, prosiguió su formación en la clínica privada del Dr. Gabriel Estapé, el cirujano más especializado en la patología urogenital, y abrió una consulta privada en la calle Escudellers, en la que cobraba cincuenta céntimos por visita.