Por estas fechas siempre suelo hacer balance del año para dar las gracias a todas las personas que han contribuido a hacerlo mejor y, en este año de mierda, el agradecimiento es todavía más profundo. Porque el apoyo de las personas que quiero y los buenos momentos, que, por fortuna, también los ha habido, han sido todavía más importantes para resistir.
Empecé el año celebrando un 11 de febrero muy especial en A Coruña gracias a la invitación de Estíbaliz Espinosa a participar en el parladoiro (adoro esta palabra) de ciencia y literatura «Estrelecidas» del proyecto Curiosas na Lúa. Estíbaliz es una persona excepcional (mi buena amiga Marisa Castiñeira ya me lo había comentado), irradia lirismo en todo lo que hace: cuando divulga, cuando escribe, cuando recita, cuando canta… cuando vive. Conocerla es de lo mejor que me ha pasado este año.
Durante el confinamiento fui más consciente que nunca de la suerte que tengo de estar rodeada de bellísimas personas que ayudan a resistir los malos tiempos con cariño y sentido del humor.
Comenzando por una amiga dibujada: Mafalda, la eterna compañera de niñas y niños de muchas generaciones. Este 2020 nos dejó Quino, pero sus espléndidas creaciones siguen con nosotros. Yo siento debilidad por la nena irónica y rebelde y sus amigos. En el enclaustramiento aproveché para releer todas las tiras y volví a darme cuenta tanto de su brillantez como de su atemporalidad. Como homenaje, he decidido ilustrar la entrada con sus historias.
La relación con la familia nextdooriana, especialmente con Oihan, Camila y Núria, fue un oasis en tiempos de oscuridad: mucho afecto, muchas sonrisas y el tesoro de trabajar en harmonía. El apoyo de los autores, colaboradores y lectores ha sido increíble, ha salvado la editorial y ha conseguido que cumpliésemos nuestros objetivos anuales. Algo que creímos bastante improbable (por no decir imposible) al inicio del encierro.
Cada mensaje o llamada de amigas y amigos ha sido un motivo de felicidad. La cercanía no es cuestión de distancia. Gracias a la invención de Hedy Lamarr he podido viajar a través de la pantalla, disfrutar de muchas actividades y, lo que es más importante, estar en casa con mis padres, virtualmente.
La wifi también me ha permitido cumplir el sueño de participar en BCNspiracy y en BEERspiracy (¡qué hartón de reír!). La cena en la que nació el proyecto fue el día en el que supe que me iría a vivir a Sevilla. Pero he nacido y vivido cuarenta años en Barcelona, siempre la llevo y la llevaré en el corazón y, salvo este año espantoso, la visito con mucha frecuencia. Que tenga un evento de ciencia tan estupendo, tan bien organizado y con tan buena gente como este es un orgullo. Espero poder volver en el futuro a ser conferenciante y dar la turra en directo en el CosmoCaixa.
El blog, por fin, ha revivido un poco con la publicación de nuevas biografías y espero que siga así el año que viene. Me gusta mucho daros la turra sobre personas que me fascinan. Si no lo hago más, es por falta de tiempo.
Entre los agradecimientos debería incluir a aquellas personas que han contribuido a hacer posible mi proyecto personal más especial, que verá la luz en 2021. Pero, como todavía es top secret, no puedo nombrarlas, aunque saben quiénes son y lo que ha significado para mí que participasen.
Finalmente, quiero dar las gracias a Abraham por hacerme sonreír, por su amor, por compartir este camino.
Deseo que paséis estas fiestas de la mejor forma posible, dadas las circunstancias, que os cuidéis mucho y que el 2021 sea para todos infinitamente mejor.
PH.381-1981
Poppy;
by Anna Atkins (1799 – 1871);
English;
c.1852;
Cyanotype.
Hasta la década de los 80 del siglo pasado, la mayoría de la gente pensaba que el primer libro ilustrado íntegramente con fotografías de la historia era The Pencil of Nature, la obra que Henry Fox Talbot publicó con el fin de dar a conocer su invento, el calotipo. El primer fascículo salió en 1844, pero, debido a problemas de producción, tuvo que abandonar el proyecto después de los seis primeros.
Sin embargo, el primer fotolibro de la historia fue Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions y tenía como objetivo el empleo de la técnica de la cianotipia para una mejor divulgación de la ciencia. Estaba firmado como «AA», lo que llevó al foto-historiador y coleccionista de libros escocés William Lang Jr. a interpretarlo como «Amateur Anonymous». Este supo de la obra a través de un artículo y, durante veinticuatro años estuvo buscando algún ejemplar. Finalmente, en 1888, compró el manuscrito a un librero de Londres y escribió un artículo sobre el libro en el volumen 1889-90 de Proceedings of the Philosophical Society de Glasgow, sin citar al autor. Por fortuna, el misterio se desveló unas semanas más tarde gracias a que un conservador del London’s Natural History Museum escribió al editor de la revista que él disponía de una copia del libro y sabía que la autora era Mrs. Anna Atkins.
Ilustración de Isabel Ruiz Ruiz, Mujeres 4
Nuestra protagonista nació un 16 de marzo de 1799 en Tonbridge, Kent, Reino Unido y recibió el nombre de Anna Children. Su madre, Hester Anne Holwell nunca acabó de recuperarse del parto y murió en 1800. Huérfana de madre, fue criada por su padre John George Children, con quien estableció un fuerte vínculo. Children era poeta, químico, minerólogo y zoólogo, secretario de la Royal Society of London for Improving Natural Knowledge desde 1807 y, a partir de 1821, director del departamento de historia natural del British Museum. Distinguido por el mineral childrenita y la pitón de Children australiana (Antaresia childreni).
Este, que se volvería a casar en dos ocasiones después del fallecimiento de Hester, proporcionó a su hija una educación científica inusual para una mujer de esa época, en la que destacaron materias como química, física, botánica, biología y zoología.
La primera prueba de la destreza artística de Anna la encontramos en Genera of Shells, la traducción que hizo su padre, en 1823, del libro de Jean-Baptiste-Pierre-Antoine de Monet Lamarck, Histoire Naturelle des Animaux sans Vertebris. Alentada por John, elaboró 256 minuciosas ilustraciones de las distintas especies de moluscos tras estudiarlas en el departamento de historia natural del British Museum. Debido a la calidad de estas, muchas fueron publicadas como grabados en el Quarterly Journal of Science, Literature and Art.
En 1825, Anna contrajo matrimonio con John Pelly Atkins, propietario de plantaciones de café en Jamaica y promotor del ferrocarril, que siempre apoyó sus intereses científicos y artísticos. Ambos se trasladaron a Haltead, en Kent, y Anna pudo entregarse a su pasión por la botánica. Hizo construir un herbario junto a su casa en el que secar y preservar la gran diversidad de plantas que recolectaba y cedió algunas de estas al museo de Kew Gardens. Anna deseaba que sus hallazgos tuvieran mayor difusión y, en esta línea, cuarenta años después, presentaría su extraordinaria colección de especímenes al British Museum. En 1839, obtuvo la membresía de la Sociedad Botánica de Londres, una de las muy pocas instituciones científicas de la época que admitía mujeres.
La afición de Anna por la botánica está reflejada en el intercambio epistolar que mantuvo su padre con el eminente botánico Sir William Hooker. En 1835 Children le habla sobre el herbario que está construyendo su hija y, diez años más tarde, le dice que Anna lo considera su tutor porque todo lo que ha aprendido sobre botánica ha sido a través de sus publicaciones.
Dadas sus habilidades como dibujante, Anna plasmaba las plantas y las flores en cuidadas ilustraciones y grabados. Pero no quedaba del todo satisfecha ya que, más allá de una finalidad estética, buscaba reproducir con fidelidad científica los pequeños detalles de cada espécimen sin acabar de conseguirlo mediante sus dibujos. Por fortuna para Anna, el nacimiento de la fotografía le proporcionaría una forma eficaz de plasmar la realidad. Sin embargo, las nuevas técnicas fotográficas no fueron tan bien acogidas por otros grandes ilustradores y copistas de la época que creyeron que peligraba su futuro.
El 25 de enero de 1839, el ya citado Henry Fox Talbot presentó sus dibujos «fotogénicos» o «pinturas hechas con luz» en uno de los encuentros que la Royal Society organizaba para que los científicos presentasen sus inventos. A pesar de que Anna como mujer no podía asistir a los mismos, estaba al corriente de los avances de la ciencia a través de los apuntes de las conferencias que le pasaba su padre. En septiembre de 1841, dos años después de su exposición, Talbot envió a Children un paquete con imágenes obtenidas mediante su proceso, al que había bautizado calotipo. Children le respondió con el siguiente mensaje: «Mi hija y yo nos abocaremos a trabajar seriamente hasta lograr el éxito en la práctica de su invaluable proceso».
William Henry Fox Talbot y Nicolaas Henneman en el Reading Establishment
La técnica radica en colocar un objeto sobre un papel sensibilizado con nitrato de plata y ácido gálico que, tras exponerse a la luz solar, se revela con ambas sustancias químicas y se fija con hiposulfito sódico.
Tres años después del anuncio del calotipo por parte de Talbot, se hizo público, en el número de agosto de 1842 de Philosophical Transactions, un nuevo proceso fotográfico que suponía una mejora respecto a este. Su inventor era el astrónomo y químico Sir John Frederick William Herschel —quien había acuñado los términos «fotografía», «positivo» y «negativo»—, que dio a la nueva técnica el nombre de cianotipia por las imágenes azules que producía. Herschel mandó una copia del artículo a Anna y a su padre, aunque es muy probable que ya les hubiese informado previamente puesto que eran prácticamente vecinos.
John Herschel
La cianotipia consiste básicamente en recubrir un material, normalmente papel, con una solución acuosa fotosensible obtenida de la mezcla de una solución al 8% de ferricianuro de potasio K4[Fe(CN)6] · 3 H2O y una solución al 20% de citrato de amonio y hierro (III) C6H11FeNO7. Al exponer la superficie a la luz ultravioleta (como la solar) esta reduce el hierro (III) a hierro (II) y después se produce una reacción del hierro (II) con el ferriocianuro. Cuando el color amarillo verdoso de la superficie del papel pasa a azul intenso, se da por finalizada la exposición. En general, pueden obtenerse resultados aceptables tras una exposición de 10 a 20 minutos en un día soleado.
El resultado es una sustancia insoluble al agua, de color azul, cian (ferricianuro ferroso) conocido como azul de Prusia o Turquesa. A continuación, se realiza un enjuagado final para eliminar las sustancias fotosensibles del papel y solo queda el colorante azul formado en la imagen. El azul de Prusia recién formado necesita oxidarse para alcanzar el color y contraste finales y lo hace con el oxígeno atmosférico, aunque el proceso puede acelerarse sumergiendo la impresión en una solución al 3% de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada).
A principios de la década de los 40 del siglo XIX, mientras Talbot y Herschel presentaban sus invenciones y Anna experimentaba con ellas, el médico y botánico irlandés William Henry Harvey publicó A Manual of the British marine Algae en 1841. Se trataba de un numeroso listado de nuevos especímenes de algas que él mismo había recolectado, con su correspondiente descripción. Como amante de la botánica, Anna leyó el libro con interés, pero se sintió decepcionada. La carencia de material visual dificultaba la identificación de las diferentes especies. Un fallo importante que se dispuso a solventar elaborando su propia versión ilustrada del manual de las algas marinas británicas con la amplia colección de algas que, durante años, había ido recolectando en la costa del sudeste de Inglaterra y en los lagos de alrededor de Kent.
Habiendo estudiado las diferentes opciones gráficas, Anna se decantó por la cianotipia, un método más simple, barato y preciso que el calotipo, que le permitía conseguir su objetivo científico: reproducir los detalles intrincados de las algas. El resultado, como he comentado en un inicio, fue Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions, financiado por ella y publicado en fascículos que fueron saliendo a la luz periódicamente entre 1843 y 1853. Anna los distribuía personalmente, o a través de sus sirvientes, a amigos, conocidos, librerías e instituciones, con recomendaciones para su encuadernación.
La producción de las imágenes del libro constaba de las fases siguientes: la recolección y clasificación de cada espécimen, la preparación del soporte en papel untado con las sales de hierro, la colocación de la pieza botánica sobre él comprimida por un vidrio, la exposición a la luz solar de unos quince minutos de duración, el lavado y secado del cianotipo, y la edición final en formato de libro. Además, cada imagen llevaba incorporado el nombre de la muestra, grabando el nombre primero en un papel transparente. Si bien Anna llevó a cabo la mayor parte del trabajo en solitario, al final del proyecto contó con la asistencia de su buena amiga Anne Dixon, prima segunda de la famosa escritora Jane Austen, con quien se había formado y a la que consideraba «como una hermana».
La edición completa constaba de alrededor de 400[1] fotogramas en los que, gracias a la calidad del papel que utilizó, todavía puede comprobarse la meticulosidad de la autora a la hora de disponer las algas sobre el papel de forma que se pudiesen apreciar todos sus detalles. Dado que los cianotipos no se producían a través de un negativo, cada imagen era única y tuvo que hacer copias de cada una para los diferentes ejemplares que publicó. Del número total de copias que hizo, que se desconoce, se conservan 12[2]en muy buen estado.
En 1952, tras la muerte de su padre, recopiló la obra científica y poética de este en el libro Memoir of J.C. Children, including some unpublished poetry by his father and himself que se publicó en 1953. También escribió otros libros entre los cuales se encuentran: The perils of fashion (1852), The Colonel. A story of fashionable life (1853), Murder will out. A story of real life (1859) y A page from the peerage (1863).
Por lo que a su obra fotográfica se refiere, en 1853 vio la luz Cyanotypes of British and Foreign Ferns y, un año después, una ampliación titulada Cyanotypes of British and Foreign Flowering Plants and Ferns, firmadas por Anna Atkins y en algunas ediciones también por Anne Dixon.
En 1865 donó sus herbarios al British Museum y seis años más tarde, en 1871, fallecía en Halsted Place.
Durante muchos años, la labor de Anna cayó en el olvido hasta que, en 1979 el historiador Larry J. Schaaf publicó «The First Photographically Printed and Illustrated Book» a The Papers of the Bibliographical Society of America. Una investigación sobre Anna que dio lugar a la primera monografía dedicada a ella, Sun gardens : cyanotypes by Anna Atkins, en el que dejó constancia de su legado como pionera en la historia de la fotografía y de la ilustración de libros.
[1] En la Real Sociedad de Londres, se conserva una copia con 403 páginas y 389 placas que se cree que es la única copia existente del libro tal y como la concibió Atkins, sin manipulaciones posteriores.
[2] En algunas fuentes también se habla de 15 o de 17.
Del 6 al 8 de noviembre se ha celebrado Zientzia Astea, la Semana de la ciencia, la tecnología y la innovación que organiza la UPV/EHU con el fin de que aquellas personas que sienten curiosidad por el mundo que les rodea puedan conocer y relacionarse con quienes trabajan en la ciencia día a día.
En la situación actual de pandemia, se ha optado por el formato virtual para trasladar la ciencia a la sociedad de forma responsable y segura. Así pues, las diferentes actividades se han podido disfrutar desde casa: txokos científicos, talleres, conferencias o concursos… Y quiero manifestar mi profunda gratitud a los organizadores por ofrecer esta posibilidad.
En esta ocasión he participado en el concurso «Haikrosticos matemáticos» que, tal y como se indica en la página con las bases, ha consistido en lo siguiente: redactar poemas tipo haiku de (5 palabras/ 7 palabras/ 5 palabras) con un acróstico incluido y un tema matemático como guía.
He disfrutado mucho elaborando los haikrosticos pero, esos momentos placenteros no han sido lo único que me he llevado de concursar, también ¡he sido premiada con uno de los cinco accésit! Y me hace tanta ilusión que necesitaba compartirlo con vosotros.
En este enlace podéis leer el haikrostico matemático ganador de Manuela Gamonal Fernández y los cuatro accésit. Aquí os dejo el que escribí:
FÓRMULA
Igualdad que informa derribando el muro que oculta el valor del símbolo. Relación que ilumina lo ignoto.
Os escribo para anunciaros que tenemos una cita el sábado 21 de noviembre a las 10:30h.
Estos últimos años he dado algunas charlas o cursos sobre el mundo editorial, pero hace mucho que no participo en un evento de divulgación y me ilusiona especialmente volver a hacerlo en BCNspiracy. El año pasado tuve la oportunidad de asistir como oyente y esté año tendré el honor de dar una charla en BCNtalks en modo pandemia. Echaré en falta el contacto personal con los demás divulgadores, con el equipo y con el público, pero estaré pendiente de vuestros comentarios virtuales para poder saludaros y responderos. Como barcelonesa me hace muy feliz formar parte del evento de divulgación científica que Hablando de Ciencia organiza en la ciudad condal.
En la web de BCNspiracy podéis consultar el programa completo de BCNtalks y, para recibir el enlace del evento, solo tenéis que apuntaros aquí.
Mi charla lleva por título «Botànica en blau» («Botánica en azul») y trata sobre el primer libro de la historia ilustrado enteramente con fotografías. Durante muchos años se creyó que este libro era Pencil of nature, la obra que Henry Fox Talbot editó en forma de fascículos a partir de 1844 para dar a conocer su invención, la calotipia. Pero ese no fue el primer fotolibro. Si queréis saber cuál fue y quien lo hizo, tendréis que esperar al sábado. Yo solo puedo adelantaros, como pista, la primera diapositiva.
«Cada librería condensa el mundo». Jorge Carrión (Librerías)
Necesito que las librerías existan para tener esperanza. No concibo un mundo sin estos refugios, estas comunidades de amantes de la cultura.
Desde niña, entrar en una librería ha sido una celebración. No importaba lo complicada que fuera la vida fuera, allí, en ese momento, me sentía a salvo.
En estos tiempos tan duros, las librerías siguen ahí, luchando por sobrevivir, buscando nuevas formas de acogernos.
Las librerías también son negocios de personas que conocen la importancia de la lectura para el ser humano y apuestan por ella. Y, como negocios, necesitan contar con ingresos.
Por ello quiero pediros que, cuando compréis libros, lo hagáis en librerías, en nuestras manos está mantenerlas a salvo. Que, si no tienen la obra que buscáis, esperéis a que os la traigan, ¿realmente os urge tener ese libro en 24h? Que, si preferís o tenéis que comprar un libro por internet, recurráis a las tiendas online de las librerías o a la plataforma de librerías independientes todostuslibros.com. Hacerlo, puede ser nuestra pequeña contribución a la defensa de la cultura.
«La ciencia tiene una gran belleza y la investigación tiene un sentido casi poético. Siempre he pensado en la gran parte que el sentido soñador y poético ha tenido en los grandes descubrimientos; en aquellos que más decisivamente han contribuido al progreso de la humanidad. Un sabio en un laboratorio no es solamente un teórico; es también un niño colocado ante fenómenos naturales que le impresionan como un cuento de hadas».
Ilustración de Isabel Ruiz Ruiz de su libro Mujeres
Maria Sklodowska Curie era una gran aficionada a la escritura, así que, para celebrar el aniversario de su nacimiento, quiero compartir con vosotros esta delicatessen, un poema escrito por ella sobre el sacrificio de la ciencia. Para saber más sobre esta brillante física y matemática, podéis consultar estas entradas del blog.
¡Ah, cómo la juventud del estudiante transcurre amargamente, mientras que a su alrededor, con eterna pasión lozana, otros jóvenes buscan ávidamente los fáciles placeres! ¡Y no obstante, en su soledad vive, oscura y feliz, pues en su celda halla la fuerza que hace inmenso el corazón! Mas el tiempo bendito se esfuma, pues debe abandonar el país de la ciencia para luchar por su pan en los grises caminos de la vida. …Y muy a menudo, el espíritu fatigado vuelve bajo los techos de este rincón siempre amado por su corazón, en donde albergaba la labor silenciosa y en donde quedó un mundo de añoranzas.
Ilustración del Homenaje a María Cegarra editado por Santiago Delgado
Quiero ser constelación. Asomar mis instantes de la mano a las balsas del mundo, al puente roto de los pensamientos, ver en la llama la luz, negar la gravedad, y crear para creer.
Para celebrar el Día de las Escritoras quiero recordar la vida y la obra de la unionense María Cegarra Salcedo, que hizo de la poesía química y de la química poesía.
Ana María Otilia Cegarra Salcedo nació el 28 de noviembre de 1899 en la calle Mayor de La Unión, provincia de Murcia. Fue la cuarta y última de cuatro hermanos: Andrés, Pepita y Ginés. Sus padres eran Ginés Cegarra Bernal, agente comercial nacido en Alumbres y Filomena Salcedo Apolinario, maestra procedente de Córdoba.
Cursó sus primeros estudios en el Colegio-Asilo de huérfanas del Carmen, dirigido por religiosas carmelitas, en el grupo de niñas que recibían educación de pago. En palabras de su compañera Natividad Paredes Campillo: «María es una niña espigada, hasta el punto que sobresalía, en la capilla del colegio, no sólo de nosotras —sus compañeras de clase—, sino de las del curso inmediato superior; muy delgada; de ojos grandes y vivos —no vivarachos—; y mayores silencios —en los recreos, siempre estaba por algún rincón, sola o con otra del mismo estilo, o hablando con la monja—; rara vez jugaba con el grupo o en grupo, a lo más se le veía jugando a las tres en raya con otra compañera. En clase, nunca «salía» voluntaria; y cuando le preguntaban, contestaba bien y en pocas palabras. Nunca llevó «cuentos» ni chismes de otra compañera. Siempre estaba dispuesta a ayudarte en cualquier duda de ortografía o de problema de aritmética». Fran Garcerá, en la introducción de la reedición de Cristales míos —del que os hablaré al profundizar en la faceta poética— explica: «María mostró ya desde sus primeros años un carácter reservado e introvertido, algo que no le impidió implicarse en actividades escolares extras. Así, por ejemplo, durante la fiesta de fin de curso de 1916 fue ella la encargada de pronunciar un discurso en representación de todas sus compañeras». María, celosa de su intimidad, vivía en su propio mundo interior, un lugar repleto de imaginación y fantasía.
Durante la adolescencia, llegaron tiempos difíciles para la familia. Su hermano Andrés fue diagnosticado de anquilosis degenerativa y La Unión, tras la Primera Guerra Mundial, se vio sacudida por una grave crisis minera al paralizarse la exportación, trayendo un periodo de paro, hambre y precariedad. Se cerraron comercios y negocios. Las familias con mayor poder adquisitivo se trasladaron a Cartagena o a Murcia y los más pobres tuvieron que emigrar lejos en busca de un trabajo que les permitiese sobrevivir. Los que permanecieron en La Unión, como los Cegarra Salcedo, sufrieron la escasez, el abandono y la nostalgia.
María se volcó en ayudar a Andrés y hacer más llevaderos los años que le quedaban de vida: «Mi hermano estaba enfermo desde los 13 años, con una enfermedad oscura de dolores, que lo fue anquilosando lentamente, de tal forma que cuando llegó a la edad de hombre estaba inmóvil… Escribió varios libros e incluso tuvo una editorial, y luego, cuando quedó imposibilitado de brazos, siguió desarrollando esta labor, nos la dictaba, a mis padres, a mis hermanos, a mí… Y yo era una de sus amanuenses». Tal y como explica María, Andrés realizó una gran labor literaria como escritor y como fundador de la revista Juventud y de la Editorial Levante. También se preocupó por el futuro de La Unión en el trabajo La Unión, ciudad minera, en el que analizó las causas de la crisis y las medidas que podían adoptarse para solucionarla.
LA QUÍMICA
Como relataba María, fue su hermano Andrés quien la convenció de que estudiase química: «La Química no fue una decisión mía, yo no hubiera elegido nada, hubiera sido una mujer vulgar. Andrés, mi hermano, decidió que yo debía de tener un medio de vida. Así, en tierra de minas, analizar minerales podía tener futuro. No elegí Química, pero me enamoré de ella. La conjunción de la química con la poesía en mi vida es un estado de gracia».
Entre los años 1921 y 1924 trabajó como ayudante técnica en el laboratorio de análisis industriales de la viuda de Francisco Munuera y el 7 de mayo de 1928 obtuvo el título de Perito Químico en la Escuela Politécnica Superior de Alcoy (EPSA), convirtiéndose en la primera mujer perito químico de España. María, con el fin de sacar rédito a sus estudios, estableció un laboratorio de análisis químico de minerales (Laboratorio Cegarra Salcedo) en los bajos de la casa familiar, situada en el número 10 de la calle Bailén. Allí fabricó la Konglutina, un cemento para hierro revolucionario que permitía tapar poros y grietas.
Folleto de la Konglutina
En 1934, «en virtud de concurso de méritos y examen de aptitud», fue nombrada Profesor Auxiliar de Ciencias Físicas, Químicas y Naturales en la Escuela Elemental de Trabajo de Cartagena, simultaneando esta docencia con clases en la Escuela Superior de Trabajo como Auxiliar meritorio del grupo 4º desde 1932 a 1936, y desde 1939 a 1940.
En 1940 se matriculó en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Murcia y obtuvo el título de Licenciada en Ciencias Químicas en 1946. En 1950 era profesora auxiliar en la Escuela de Peritos Industriales de Cartagena y, con el tiempo, pasaría a ocupar la Cátedra de Química de dicha escuela hasta su jubilación.
LA CIUDADANA
María siempre estuvo muy comprometida con La Unión, que describe con estas palabras:
… tiene un destino inquieto y emocional. Sus minas se abren a la sorpresa —gozo y desventura—, en desasosegada existencia oscilante. Ello ha ido dejando un trazo desigual, poderoso y humilde, creando un espíritu sensible y generoso.
Paisaje desnudo y rudo. Fuerte de contornos, limpio de horizontes, brillante de rocas, oscuro de pizarras. Una luz densa, abierta, recoge el suspiro macizo de la tierra. (Los pozos son ojos para sus entrañas, que quieren asomarse al azul de los cielos).
Una soledad que no se borra, ni aún con el bullicio de la fiesta, porque es de su rostro, —de su frente de sueños—, parece que aísla a la ciudad, que la pone al margen de la vida cotidiana, en una noble aspiración de digno señorío.
Ilustración de Pedro Ginés
Fueron muchos quienes recomendaron a María abandonar La Unión, en especial, su amiga Carmen Conde, fundadora junto a su marido Antonio Oliver de la Universidad Popular de Cartagena. A Carmen la conoció a través de Andrés y, muerto este en enero de 1928, la relación entre ambas se hizo más estrecha. En numerosas ocasiones intentó que María saliese de su espacio geográfico para tener un futuro más prometedor. Le propuso continuar sus estudios en el extranjero y se ofreció a ayudarla en todo lo posible. Pero María llevaba La Unión muy adentro: «Amo mi tierra, La Unión entrañablemente. Nunca quise alejarme de ella, aunque tuve oportunidades ventajosas para hacerlo. Su vida de dicha o desdichas es para mí gozo o tristeza. Me siento amparada bajo su cielo, inmenso techo siempre azul, como el cobijo de mi propia casa, en la que no se puede permanecer indiferente, porque seduce y atrae. La Unión tiene un pasado de grandeza, cuando la plata se cosechaba de sus tierras como la yerba de los prados, y conocidas unas crisis económicas, tan profundas como sus propios pozos. Las dos situaciones ha sabido vivirlas y la han dejado marcada en un estilo, un modo de hacer y de pensar, ambicioso y humano. Así, sus ansias de superación, sus deseos de alcanzar el engrandecimiento de la ciudad y de sus hombres».
Antes de la Guerra Civil, María no estaba definida políticamente, después, como harían muchas otras mujeres, entró en la Sección Femenina de la Falange Española. Como delegada, coordinó el taller de bordado, contribuyó a la formación de jóvenes puericultoras con el fin de paliar el grave problema de mortalidad infantil de la posguerra española y llevó a cabo labores humanitarias como la distribución de ropas y alimentos a los necesitados. Era una ferviente católica que no permitió que sus creencias ni ideas políticas le impidiesen trabar amistad con personas de distinto talante político como Raimundo de los Reyes, Miguel Hernández, Ramón Sijé o la citada Carmen Conde.
Siempre estuvo muy integrada en las actividades de la localidad y, pese a sus reticencias, se vio avocada a entrar en política en 1960 como concejal del Ayuntamiento de La Unión. María apoyaba las huelgas reivindicativas, puesto que creía que las injusticias debían darse a conocer y criticaba el trato de algunas grandes empresas hacia sus trabajadores. Su actitud fue conservadora, pero sus ideales eran la solidaridad y la paz. En 1980 le fue impuesto su nombre al Instituto de Enseñanza Secundaria de La Unión.
En 1981 fue nombrada Académica correspondiente de la Academia Alfonso X el Sabio a propuesta de Valcárcel Mayor, Colao Sánchez y Barceló Jiménez. Otros reconocimientos destacables son el nombramiento de «Mujer del Año» y el nombramiento de «Popular Tertulia Mesa-Café 1989», en 1989; el homenaje «Amas de Casa 1990» y la conferencia-homenaje en el Centro Cultural Asensio Sáez de La unión, en 1990; el homenaje del Gremio de Libreros de Murcia, la publicación de un fascículo íntegramente dedicado a ella en la colección «Escritores Murcianos de Ayer y de Hoy» y el título de «Hija Predilecta de La Unión», en 1992.
Murió en La Unión el 26 de marzo de 1993 y el Ayuntamiento de La Unión declaró dos días de luto oficial. La capilla ardiente se instaló en el Instituto Nacional de Bachillerato que actualmente lleva su nombre.
DESPUÉS Me moriré en La Unión, junto a las minas, con un rumor de mar a mi costado, el cante de mi tierra como rezo y el trovo de un amigo por corona. Tengo miedo que me cubra la tierra, pero el amor callado de mi ensueño desgarrará la oscuridad silente alcanzando la luz inconsumible. Mi mesa con su enredo de cuartillas, cartas que no alcanzaron su respuesta, un libro abierto, un retrato escondido. Envuelta en soledad de soledades, sin que nadie la recoja y la viva, la emoción de mis versos al olvido.
LA POETA
Como amanuense de Andrés, María se empapó de sus artículos y poemas y participó en las tertulias literarias que este mantenía en su casa con algunos de los intelectuales más destacados de su entorno. Tras la muerte del hermano, nació la poeta: «Después de morir Andrés, inmediatamente empecé yo a escribir. Antes no había hecho nada. Es posible que el haber elegido yo este camino de la literatura haya sido por prolongar la memoria de Andrés»
La poesía de María muestra su intimidad a través de la desnudez expresiva: «Siempre he escrito la poesía dejándome llevar por los sentimientos. He dicho aquello que brotaba de mí con la necesidad de ser contado». Sigue en contacto con su hermano a través de los versos. En un primer momento transcribía los poemas que más le gustan y, poco a poco, comenzó a componer piezas propias. Poemas que iba guardando en un cajón hasta que Carmen Conde, Antonio Oliver y Ernesto Jiménez Caballero la animaron a publicarlos bajo el título de Cristales míos.
Nueva edición de Cristales míos
Cabe decir, a modo de anécdota, que el prólogo de esta obra provocó una situación incómoda entre Carmen y María que enfrió un tanto su amistad. María deseaba que la prologuista fuera Gabriela Mistral, amiga de Carmen, así que le pidió a esta que se lo solicitase a la escritora chilena. Sin embargo, para la estupefacción de María, el libro prologado por Gabriela Mistral fue el de Carmen, Júbilos.
Antes de adentrarme en su obra, me gustaría compartir con vosotros una peculiaridad de María: el tintero de tinta verde que alimentaba su pluma. Por los múltiples textos que se conservan, puede observarse que utilizaba esta tinta con asiduidad, puede que incluso la fabricase ella misma en el laboratorio.
CRISTALES MÍOS (1935)
82 ¡Cuánto tiempo que no oigo tu voz! Por escucharte, canto. Por saber de ti, he inventado este falso renacer.
Cristales míos consta de una colección de 82 poemas en prosa dedicados «al hermano ausente, en su retiro de eternidad» y fue publicado en la Editorial Levante, que, como hemos visto, fue creada por él. Está estructurado de la siguiente forma:
— Corpus de 48 poemas breves. — Recuerdos de la nevada. — Poemas de laboratorio. — Ensayo espiritual de los perfumes.
Un mensaje elegíaco elaborado en un lenguaje sencillo y contundente, un canto al dolor en el que también están presentes otros elementos de la poesía de María como el amor, la naturaleza, nos niños, el tiempo o la muerte.
30 Entre el mar y yo, tú. Entre mi alma y el mar una amargura infinita.
En este primer poemario, ya encontramos la voz poética de María («Siempre escuchándote, y súbita, al fin, la voz»), si bien también se puede apreciar la influencia de la poesía de Juan Ramón Jiménez, a quien consideraba su maestro y quien la felicitó por carta. Un poemario que, al igual que su título, es puro y depurado como el cristal, busca la esencia de las cosas. El prologuista Ernesto Giménez Caballero, en su texto, se refirió a esta pureza artística: «… tiene una pureza técnica que no posee casi ninguno de los poetas de esa escuela valeryana y gongorina: su sentido sincero y profesional del formulismo químico, que —aplicado a la literatura— le da ese tipo de haikai, de epigrama clásico que son sus poemas».
2 No escuchamos tu voz; pero sentimos que estás muy cerca de nosotros. Tanto, que nos llega al rostro el leve aire que desplaza tu invisible figura. Ostras veces, en cambio, te sabemos tan lejos, que miramos con ansía los remotos luceros creyendo adivinar en ellos un reflejo de tu nuevo y distante paradero. Si supiéramos que habíamos de encontrarte recorreríamos el mundo, pero el corazón vacila inquietante sin orientarse. ¿En dónde nos esperas?
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20 Las ausencias no lo son por el tiempo, sino por la distancia. Un minuto lejano es zanja de sepultura. Y en la invisible proximidad, saltan, seguras y apretadas, las caravanas de colores de los sentimientos.
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33 Yo soy quien enciende las estrellas. Llevo un río condensado de luz, que hace arco con la altura.
En Cristales míos también destaca la conexión entre la química y la poesía. Esta se hace evidente en las secciones «Poemas de laboratorio» y «Ensayo espiritual de los perfumes»:
71 Hidrocarburos que dais la vida: Sabed que se puede morir aunque sigáis reaccionando; porque no tenéis risa, ni mirada, ni voz. Sólo cadenas.
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72 La química lo afirma pero se engaña. No existe la saturación.
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73 La sonoridad de las ebulliciones y de los alambiques, es como un viento sin mar y sin molinos. Les falta actividad de velas agitadas de blancura.
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74 ¡Ansia de la transmutación! Para conseguirte, cada vez más pequeña, más minúscula, más átomo.
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80 3—Las armas de amor de la química son los perfumes. Por conductores invisibles del espíritu llega la electricidad del aroma venciendo la voluntad. Las esencias son voces nuevas del sentimiento que arroban y conmueven, escritura indeleble en la página estremecida del éter. Decir en olor es la expresión más justa. Todo escucha cuando nace un perfume, oratoria del silencio.
Pero empapa toda la obra a través de las palabras que emplea y las imágenes que evoca:
7 He cerrado la puerta de mi corazón con una recia muralla de indiferencia, y a través de ella se ha filtrado —ósmosis de sentimientos— el paisaje anímico de una sonrisa.
Su conexión con la vida cultural posibilitó que Cristales míos obtuviese una excelente acogida, fuese reseñado en la prensa nacional y llegase a manos de los principales integrantes de la generación del 27. Miguel Hernández, tras recibirlo, envió este mensaje a su estimada amiga: «La ternura de su libro, como temblor contenido y transparente me llegan enseguida y me hacen participar de su emoción humana, no por recogida menos visible…», y calificó los poemas como «rociados de pólenes de las minas y el corazón, sumergidos en melancolía, mar y soledades…».
MARÍA Y MIGUEL HERNÁNDEZ
María había conocido a Miguel en el Homenaje que se le tributó en Orihuela a Gabriel Miró en 1932 y, al igual que él, colaboró en la revista El Clamor de la Verdad, creada para conmemorar este hecho. Volvieron a encontrarse cuando Miguel, invitado a presentar su Perito en lunas por Antonio Oliver y Carmen Conde, acudió a la Universidad Popular de Cartagena en julio de 1933. Miguel se acercó a los amigos de María y, al verano siguiente, visitó Cabo de Palos con sus amigos cartageneros entre los que ya se encontraba María.
Cuando Miguel recibe Cristales míos está ultimando El rayo que no cesa, del que le dedicará el soneto: «para mi queridísima María Cegarra con todo el fervor de su Miguel Hernández». En otra carta le escribe: «El otro día quité de la solapa de mi chaqueta aquel nardo que me regalaste. María, ha llegado conmigo hasta Madrid; no debió mustiarse nunca… ».
Miguel Hernández
Miguel trataba de «traerla a Madrid y convertirla en la compañera que necesita», quería que su carrera tuviera mayor difusión. Pero, como sabemos, María nunca quiso abandonar su tierra que sentía que era su vida. Así que, después de algunas cartas de Miguel que no recibieron respuesta, se rompió la relación. Miguel se casaría con Josefina Manresa y fundaría una familia. María permanecería siempre soltera entregada a los suyos, al laboratorio, las clases y los versos. Sobre la relación entre ambos, María dijo: «Miguel visitó varias veces La Unión; conoció la sierra minera, nuestros mares. Simpatizamos. Sostuvimos una breve correspondencia cuando se marchó a Madrid. La guerra civil, que tantas cosas deshizo, se lo llevó a él también».
María no volvió a hablarle a nadie de Miguel, aunque Miguel siguió presente en sus versos. Ese mismo año 1935, lo encontramos en algunos poemas inéditos como «Definitiva entrega», «Crepúsculo», «Vísperas» o «Recuerdo».
RECUERDO Te vas perdiendo poco a poco, como un crepúsculo aferrado en las orillas vivas de los días, para morir al fin en el oscuro mar que te arrebata.
Mi pupila, taladrada de ti, quiere cegarse de olvidos y deshacer las huellas que dejó tu armonía.
Si alguna vez retornas, traerás tu voz distinta como una palma nueva, nueva y desconocida.
En 1939, su recuerdo palpita en «Último momento», al que pertenece este fragmento:
Aunque estuve contigo, no supe de tus ojos en el nacer del alba, ni en la hora profunda en que la luna entierra sus desmayos. Sólo quedó tu voz extraña y fría enroscada a mi ser como un insomnio, levantando columnas de rara arquitectura hasta llegar al cielo dehiscente.
Ya están los vientos rotos. Los cinco guardianes reciben el tesoro deshecho y vivo en su agonía. Torres desnudas, mares laminados, anchura quieta y llena del único suspiro capaz de taladrar la pupila vacía, el corazón perdido en rosas y la sien socavada de desvelo.
En ecos sin estancia, racimos de horizontes van tejiendo su ruta.
Miguel murió de tuberculosis en la cárcel de Alicante en 1942, pero siguió vivo en los poemas de María, por siempre. En algunas poesías y prosas María parece arrepentida de la decisión que tomó y quiere justificarse a sí misma:
Yo sé que perdía el afán, el orgullo; que la ambición se hacía pedazos; que me quedaba para siempre a solas con mis sueños. Una razón de amor me sujetaba; amor amplio, generoso, el que engrandece todo lo pequeño y embellece cuanto toca.
Sacrificio escondido, estrella de interiores cielos.
En la primavera de 1976, rememoró sus visitas en este poema en el que ya cita explícitamente su nombre:
Miguel estuvo aquí en mi tierra de minas cercana de los mares, en mi calle, en mi casa, conmigo…
Miguel traía de su Oleza vegetal una carga de sol que lo abrasaba. Fundido en arcilla parecía, gleba roja levantada del surco. En los labios un silbo de poeta apretado de versos. Dos topacios los ojos tallados con las luces del pensamiento, luciérnagas de pozos infinitos con presencia de árbol y de honduras.
Sí «la muerte llena de agujeros» y «el luto y la tristeza» le acabaron. Aunque la fecha es otra y diferente y los crespones el viento se llevara, recién muerto está, caliente para siempre, por nacido a la vida que no acaba. El tiempo de llorarle permanece. Las horas de sentirlo no terminan.
Perito en lunas, amigo de los astros. Rayo del alma sin cesar vertido. Tu barro lumbre ahora, en la lumbre de Dios. Inconsumible eterno fuego de bellezas.
En este recuerdo de Miguel soy de entonces, aunque me encuentre hoy. Y canto calladamente en sufrido destino la nana de la cebolla con los brazos vacíos.
Y en 1979, lo recuerda en la revista Tránsito:
PRESENCIA DE MIGUEL Nadie —ni antes ni después de ti— supo, sabe pronunciar mi nombre. Hacías una creación de la palabra, del tono, del sonido, del acento. Voz nueva, distinta. Con rumor de campos. Alzada en solitaria espiga. Crecida en anchas claridades. Levantada en blancuras de nubes y rebaño. Despierta en ecos jamás aparecidos. Tú, asombrado al oírte. Sorprendida, yo. Alado hallazgo. Emocionado palpitante vuelo, con hondura de verso. De cielo las alturas. ¿En dónde hallaste el «¡María!» rotundo, sonoro, a un tiempo débil, fuerte, limpiamente nacido en traslúcido aliento? ¿De dónde los tactos de sus sílabas? A tus llamadas me encontré. Sin moverme acudía. Entonces de mí supe la belleza de las cálidas letras que me envuelven y acompañan. Entonces vinieron a mi mundo sueños, ilusiones, esperanzas. Entonces nacía El rayo que no cesa. Y mis pequeños poemas, tristes, asustados. Entonces… Te recuerdo en mi nombre —aprendido de ti— que conmigo, inseparable, llevo. Inconsumible, ingrávido. Sin muerte y sin dolor.
En sus versos se percibe un enamoramiento de María hacia Miguel que se prolongó más allá de la muerte de este.
OBSEQUIO ÚLTIMO A MANOLETE (1948)
Esta es una rareza en la carrera literaria de María que apareció en edición numerada de la Editorial Levante y con un formato peculiar: un folio plegado con una portada de Asensio Sáez. El texto resulta insólito porque María nunca había manifestado interés por la fiesta nacional. El motivo de llevar a cabo el proyecto y rendir homenaje al torero parece ser la voluntad de hacer suyo el escalofrío que experimentaron muchos españoles ante la tragedia en el ruedo. Según la propia María, sintió: «la obligación de acudir a tu duelo y llevar en el pecho la rosa negra de mi luto».
BODAS DE PLATA CON LA MUERTE (1953)
María participó en la edición homenaje numerada a su hermano Andrés Cegarra Salcedo con este poema:
ANDRÉS, AUSENTE No puedo imaginarme el paisaje que vives, ni cómo saltarías la escalera de nubes apretadas, ni qué brazos de viento poderoso, de palmera en milagro con millares de dedos afilados sosegaría tus pulsos. Rotas ya las incógnitas, deshecho el enigma inquietante, puedes mirar a Dios con tus ojos de lluvia, contarle quedamente tus tristezas y cómo es en los hombres la esperanza de su misericordia. Veinticinco años tienes en la aurora divina, en el pasmo glorioso de tu alba. Tus padres te acompañan en la fecha celeste. Caliente está tu madre todavía del sudor de la tierra, pero acudió, tenue, sufrida, a tus bodas de plata con la eternidad. ¿Con qué palabras cantas? ¿Cómo es el verso que cruza tus mundos? ¿Qué músicas desnudan tus oídos? ¿Qué sentimientos llevas en el pecho? Correr, correr, será uno de tus cielos. Dios te lo mandará con ímpetu suave y complacido de premio bien ganado. Atrás los faros, las cimas y las torres, bajo tus pies las aves. Los ángeles, de un vuelo, suavizarán vertientes luminosas, para que tú discurras impalpable, pues todo serás luz, inconsumible, abierta , en el gajo sin carne de la luz. Así estamos unidos. Entre tus dedos llevas nuestro tiempo. En nuestras frentes vas sin apagarte. Tus hermanos sabemos cuan potente y erguida es tu nueva existencia; nos lo dice el amor y la fe del callado y caliente palpitar del corazón. Los astros serán tuyos, podrás pisar sus cumbres y elegir un balcón donde mirar, sereno, sonriente, desbordado en ternuras, nuestro recuerdo vivo, sin traiciones, en este soplo ausente de veinticinco años.
DESVARÍO Y FÓRMULAS (1978)
Busco mi alegría. No sé si la perdí aquella madrugada de lágrimas y luto.
El segundo poemario de María vio la luz con motivo de las «Bodas de Oro con la Muerte» de su hermano Andrés, cuarenta y tres años después de que se publicase el primero. El título surgió de dos palabras que figuraban en el prólogo de Ernesto Giménez para Cristales míos: Desvarío y fórmulas.
AGUA Con dos letras y un número, el agua en la pizarra muriéndose de sed. La primavera penetraba en el aula abriendo sus inmensas pupilas de universo. Arrebatando la calma y el sosiego con su caliente aliento de vitales sorpresas. Un dorado abejorro, irónico, zumbón, entregaba su vuelo a la gota de linfa desecada. Insistía en borrar el esqueleto de tiza indiferente. Y surgieron, los vi, os lo aseguro, manantiales rotundos. Rumorosos torrentes. Lagos serenos, mares. Balsas verdes con mirada de hombre. Ríos desafiando orillas. Caprichosos arroyos… Y la lluvia sutil y dulce para el sofoco de la tierra.
Yo puse mis lágrimas. Las guardadas lágrimas amargadas.
Está compuesto por 42 poemas que reflejan la identidad poética de la autora, su madurez. Poesías más extensas surgidas del quehacer cotidiano e inspiradas en sus experiencias en las aulas y en el laboratorio. Una vez más, la química es fuente de vocabulario e ideas. Sobre el poemario dice María: «Van en él mis alumnos, el laboratorio, anécdotas de clase, la mina, y otras emociones hondamente sentidas».
Praderas de números Vertientes de letras. Quiero espigar rosas Y corto símbolos. Busco el agua En el cristal y susurro Y surge la pizarra Con su negro intenso. Castigo y consuelo Debatirse Entre el no y el sí De tu mandato; Entre el sí y el no De tu misterio. Y llegar a encontrarse Palpitando llena de incertidumbres Y deseos.
* * * * *
He sido una sencilla profesora de química. En una ciudad luminosa del sureste. Después de las clases contemplaba el ancho mar. Los dilatados, infinitos horizontes. Y los torpedos grises de guerras dormidas. He quemado mis largas horas en la lumbre de símbolos y fórmulas. Junto a crisoles de arcilla al rojo vivo hasta encontrar la plata. No he descubierto nada. No tengo ningún premio. A Congresos no asistí. Medallas y diplomas nunca me fueron dados. Minúscula sapiencia para tan grandes sueños. Pequeñez agobiante para inquietudes tantas. Y rebelde ha surgido, como agua en desierto, el manantial jugoso, intenso, apasionado, —dulce herencia entrañable— que tiene la riqueza de llenar de poesía tan honda desolación.
* * * * *
Sentí una honda tristeza al suspender al alumno vestido de negro. Era como un árbol quemado. Pantalón de hulla. Jersey de grafito. El cabello recordaba la turba. Lignito en los zapatos. Los ojos de azabache. En un dedo un diamante sus destellos lanzaba… Presentó las cuartillas en blanco sin escribir una palabra del tema del carbono. ¡Cuánta tristeza sentí al suspenderle siendo él yacimientos!
Es una obra llena de la sencillez resplandeciente de María, un paso más en su búsqueda de la belleza a través del verso. El último poema», se lo ofrece a su hermano Andrés.
C A R T A ANDRÉS, inolvidable hermano: Tu crítica presiento. Tu juicio imagino. Lo que escrito antecede es tan tuyo, tan mío, que su esencia de tu ausencia me viene, y su latido de tu vacío nace. Quisiera que este libro llegara a tu lejano mundo de misterio, donde mi desvarío encuentre, sus ansiados ecos. Deseo que me dictes como antes lo hicieras. Terminar lo que quedó inconcluso. Decir humana y bellamente lo que nunca se dijo. En tu deshecha tierra apoyar la mía entera. Recoger los pensamientos de tu frente en siega inacabable. Anhelo ver lo que tus ojos vieran. Cantar preciso lo que tu voz cantara. Vivir la prisa de tus sueños siento. Dolerme en tu dolencia necesito. Ser tú, —enajenado empeño— Intento escribir y no te alcanzo. Comienzo y no termino. Insisto, fracaso. Me turbo, deliro. Lucho, me rindo. Sollozo… Sólo Dios conoce el intenso amor que contiene este libro.
CADA DÍA CONMIGO. POESÍA COMPLETA (1986)
Me estoy acostumbrando A vivir sin amor.
Cada día conmigo aparece publicado junto a los dos anteriores en su Poesía completa. Cuenta con una particularidad, empieza los versos de todos poemas con mayúscula, como Jorge Guillén. Entre los temas que trata, destacan Dios, la muerte, la maternidad y el amor. Cuenta con diferentes partes: «Los sueños», «Las soledades», «Las querencias», «Los tiempos» y «Los gozos». Está prologado por Santiago Delgado y confirma la autenticidad y armonía de su obra poética.
HOY NO PUEDO ESCRIBIR La cuartilla es un pequeño lago frío, Donde la letra es quilla que navega perdida. Se deshojan las palabras Como una rosa seca, sin olor.
Desbocados los verbos, Culpan, acusan, nos insultan.
La voz se pierde en el hoyo repleto Del corazón, O cae al barro de las sucias pisadas. Lejanos los hombres, Descontentos, confundidos, Sin encontrarnos…
Arcilla endurecida.
Dios está solo.
* * * * *
ESCONDIDO SENTIMIENTO Junto a ti Y sin poder mirarte.
Como un halo celeste y luminoso Me envolvía tu vida. Tu voz arrancaba del paisaje Sus entornos inmensos y totales.
No eran para mí tus palabras Ni la luz de tus ojos Se fijaba en los míos.
Todo parecía sencillo, grácil. Un sentimiento hondo, Pozo, pecho endurecido, Se ocultaba estrujado,
Allí estábamos Distantes para todos. Yo, a tu lado, Sin poder mirarte.
* * * * *
ARENA Necesito arena. Un poco nada más. La que cabe en la palma de la mano. Pero ha de ser limpia, suave, seca, sin conocer orillas ni marcas, ignorando pisadas y desnudos. Sin voces ni ruidos. Que no sepa de peces ni de ahogados, ni del rumor de caracolas. Sin tortura de ramblas. Blanca y pura arena, recogida con cuidado. Sola.
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Amanecía un nuevo resplandor. Nadie me acompaña. Me alejé de las gentes que cruzaban felices.
POEMAS PARA UN SILENCIO (1999)
EQUIVOCADAMENTE Y te sigo esperando, equivocadamente; siendo tú quien me espera.
Cuando María fallece, deja una colección de poemas inéditos que había elaborado durante la enfermedad y muerte de su hermana Pepita y están dedicados a esta. La edición corre a cargo de Santiago Delgado. María deja clara la voluntad del escrito:
El contenido de este libro ha nacido como un rezo palpitante y desordenado. Sólo aspira a que, cuando lo lean los que conocieron a Pepita, le regalen a ella el oro de una oración. Muchas gracias de su hermana María
El tema principal es la ausencia de Pepita, cerrándose el ciclo poético que había iniciado con Cristales míos movido por la muerte de Andrés. El poemario cuenta con la sencillez expresiva propia de la autora, alejada de la poesía elegíaca más común. María destierra la ponderación del dolor para recurrir a los momentos íntimos compartidos, aquellos, a través de los cuales, revive a su hermana.
ENTREGA Mi corazón, en la tristeza; mi alma, en la esperanza.
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ASIDERO Digo «Mi hermana», y alcanzo todos los horizontes. Sangres que a la vez palpitan tienen el corazón en compañía. ¡Mi hermana! No hay posesión más limpia, hasta el infinito acendrada, enlazadas las almas. Asidero que no hay fuerza que lo rinda.
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TODAVÍA Vienen, se marchan… Aguardan otros, hablan. Yo contigo, en el silencio. Lejano el gozo, el desamparo alerta, sin escuchar las voces. Yo contigo, contigo. Todavía…
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SÚBITO Tu pastilla de jabón quedó sin terminar. La he guardado con ansia por si, aún, conserva el humano tacto que la consumía.
A veces la cojo tiernamente. Súbito, es como si nos diésemos las manos.
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HAY UN ANTES Hay un antes, atropellando el luto y la nostalgia, sencillo, transparente. Palabras fieles las de entonces, de paz llenas.
La ilusión, palpitante. Días anchos seguros, cogidos a manos calientes y apretadas. ¡Qué hermosura de tiempo! Lejanos, los temores; enriquecido el corazón.
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LAS MACETAS Las plantas en sus macetas te recuerdan. Tienen una pátina amarilla de tristeza. Les busco sol, abrigo, agua… En nuestros silencios descubro que les falta tu voz. Sed de ti, sin posible consuelo.
Una obra con tintes metafísicos en la que la muerte ocupa un papel destacado, no solo en relación a la hermana, sino también a sí misma.
POR ESTE CAMINO Por este camino que en sueños me acompaña, deslumbrador, impenetrable, hondo, que nadie pisa, para mí destinado, he de marcharme un día para encontrarte.
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TRÁNSITO Espero. Algo espero, sin duda. Mi actitud quieta, callada, así lo afirma. Es la postura del que aguarda. Llegan, hablan, sonríen acaso. Una andadura inician. Sin voz, sin latidos, el tiempo avanza. No abruma su silencio. Su calma empuja, aprisiona. Espero, digo. Pues sé que ha de llegar quien sin violencia me arrebate.
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EN GUARDIA Haciendo guardia estoy. En pie de marcha, quieta a la vez, hacia un destino sin pisadas, al que, despierta, he de llegar. Limpia el alma, ardido el pensamiento.
Con estas tres composiciones de despedida cierro la biografía de María Cegarra Salcedo, deseando que en un futuro cercano se publique su obra completa y su trabajo cuente con la difusión que merece en el territorio de lengua hispana.
BIBLIOGRAFÍA
José María Balcells, «Mujer y poesía española: 1980-2000», Universidad de León.
Juan Barceló Jiménez y Ana Cárceles Alemás, Escritoras, Instituto de la Mujer de la Región de Murcia, 2004 (págs. 11-13).
María Cegarra Salcedo, Cristales míos, Madrid, Torremozas, 2017.
María Cegarra Salcedo, Poemas para un silencio, Murcia, Editum, 1999.
Francisco Javier Diez de Revenga, Ana Cárceles, Dionisia García, Asensio Sáez, Carmelo Vera (Coordinador), Homenaje a María Cegarra, Santiago Delgado (Editor), Real Academia Alfonso X el Sabio.
Pilar Díez de Revenga Torres, «Lengua poética y lengua técnica: creación y ciencia», Universidad de Murcia.
María José García Bernal, «María Cegarra», Centro de Educación permanente de Adultos, Cartagena.
Bianchi Méndez, «María Cegarra: química y poetisa», Mujeres y Ciencia, Fundación Telefónica, 16 noviembre 2016.
Pedro Alonso Miguel, «He sido una sencilla profesora de química. María Cegarra», Blog La Alegría de las Musas 2, Poesía y Ciencia, Madrid, 20 septiembre 2016.
María Antonia Montoro Marín (Coordinadora), Escritoras, Instituto de la Mujer de la Región de Murcia.
El tema de este mes propuesto por la iniciativa de @hypatiacafe son los referentes y he elegido a Marta Macho Stadler porque es una caudalosa fuente de inspiración, alguien a quien admiro muchísimo y de quien siempre aprendo. Una persona sabia que disfruta enseñando y divulgando lo que más le apasiona, las matemáticas y a menudo lo hace desde un punto de vista multidisciplinar, relacionándolas con la literatura. Una persona comprometida que trabaja por la mejora de la situación de la mujer en la ciencia y por la cooperación al desarrollo.
Marta se licenció en Matemáticas por la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU) en 1985 y ese mismo año fue contratada en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, primero a tiempo parcial y, un año después, como Profesora Colaboradora. Compatibilizó la docencia con sus estancias en Lyon donde obtuvo el Diplôme d’Études Approfondies (DEA) en Matemáticas Puras por la Université Claude Bernard en 1988 y se doctoró en Matemáticas en 1996 con la tesis doctoral «Isomorphisme de Thom pour les feuilletages presque sans holonomie» («Isomorfismo de Thom para las foliaciones casi sin holonomia»). Desde el inicio de sus estudios sus temas de investigación han sido la Teoría geométrica de foliaciones y la Geometría no conmutativa. Su trabajo en estas áreas ha dado lugar a un gran número de publicaciones y conferencias en congresos nacionales e internacionales.
En 2008 accedió a la posición de Profesora Agregada de Geometría y Topología de la UPV/EHU, cargo que ocupa en la actualidad. Como docente, imparte asignaturas de grado y de máster en la UPV-EHU y en las Aulas de la Experiencia de Bizkaia de la UPV/EHU, dirigidas a estudiantes mayores de 55 años, donde participa en la docencia de «Matemáticas en la vida cotidiana: sociedad y cultura». Disfruta siendo profesora y estando rodeada de gente joven porque, tal y como dijo en una entrevista en el diario Deia, esto le «obliga a mantener una mentalidad mucho más abierta». Ha codirigido tres tesis doctorales y, desde 2007, forma parte del grupo de investigación ECSING (Ecuaciones y Singularidades) liderado por investigadores de la Universidad de Valladolid.
Como parte de un proyecto de cooperación al desarrollo, ha viajado en diversas ocasiones a la UNAN Managua para impartir clase en una maestría de Matemáticas con el objetivo de subir el nivel de conocimientos de la universidad. Las matemáticas que conocían los propios docentes universitarios carecían de suficiente base teórica y, en ocasiones, contaban con grandes fallos conceptuales. Desde 2015, es miembro del Consejo de Cooperación de la UPV/EHU.
Su faceta divulgativa comenzó hacia 1995, cuando su colega Raúl Ibáñez empezó a organizar seminarios informales para sus alumnos de Geometría de la licenciatura de Matemáticas. Dos años después, esta actividad se convirtió en el ciclo de conferencias Un Paseo por la geometría, que se mantuvo en la facultad durante quince años. Como amante del mestizaje, es la responsable de las secciones de Literatura y Matemáticas y de Teatro y Matemáticas del portal DivulgaMAT de la RSME. Lleva a cabo actividades en centros educativos y culturales con el objetivo de dirigirse tanto a estudiantes como al público general; colabora con diversos medios de comunicación (La mecánica del caracol en Radio Euskadi o la Red de Científicas Comunicadoras de El Periódico en colaboración con la Fundación Esteve); y escribe en blogs como ZTFNews.org (Facultad de Ciencia y Tecnología, UPV/EHU) o el Cuaderno de Cultura Científica(Cátedra de Cultura Científica, UPV/EHU).
Imagen de archivo de El Correo
Dentro de su labor como divulgadora merece una mención especial el gran trabajo que realiza para hacer visible el papel de las mujeres en las matemáticas, la ciencia y la tecnología, y mejorar su situación. Formó parte de la Comisión de Mujeres y Matemáticas de la RSME, de 2004 a 2009 y es editora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHUMujeres con ciencia desde su creación en mayo de 2014. Este es un blog de referencia para toda persona que desee encontrar información rigurosa sobre la vida y la carrera de científicas de todas las épocas, así como elaborados e interesantes artículos sobre la evolución y la situación de la mujer en la ciencia. Coordina el ciclo Ellas hacen ciencia que acoge cada año la biblioteca Bidebarrieta de Bilbao. Es coordinadora del libro Mujeres matemáticas. Trece matemáticas, trece espejosy coautora de Mujeres en la Ciencia, una guía didáctica sobre el papel de las mujeres en la historia de la ciencia.
Desde 2010 forma parte de la Comisión para la Igualdad de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU y, desde 2015 es miembro de su Consejo de Cooperación. En 2011 se asoció a la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas. Es coautora de ‘Mujeres en la Ciencia’, una guía didáctica sobre el papel de las mujeres en la historia de la ciencia.
Entre los premios y reconocimientos que ha recibido se encuentran:
Premio igUAldad de la Universidad de Alicante 2015, «por sus acciones a favor de la visibilización de las aportaciones de las mujeres científicas en el progreso social».
Medalla de la Real Sociedad Matemática Española 2015, «por su labor de divulgación de las matemáticas, por su compromiso con la igualdad y por tender puentes entre los profesores de matemáticas de diferentes niveles educativos».
Premio Emakunde a la Igualdad 2016, «por su trayectoria científica orientada a divulgar y promover el acercamiento de la matemática y del conocimiento científico a las mujeres, así como por hacer visible y reivindicar a las mujeres científicas y sus aportaciones tanto a la Academia como al progreso social». El jurado también destacó «sus esfuerzos por aplicar la perspectiva de género en la formación matemática y su participación en comisiones científicas y académicas para promover la igualdad de mujeres y hombres en la propia universidad». El premio, con una dotación bruta de 14.400 euros lo destinó en su totalidad a mujeres refugiadas y víctimas de la violencia de género que están estudiando en la UPV/EHU.
Ilustre de Bilbao 2019, «por su labor como divulgadora científica y por visibilizar el papel de las mujeres en la ciencia».
Como veis, un currículum espectacular en todos los sentidos. Para acabar, os dejo con dos frases que dijo Marta en esta fantástica entrevista que le hicieron en el blog del Área de Mujer, Óptica y Fotónica :
«No debemos dejarnos engañar por la autocomplacencia. Falta mucho para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres en todos los ámbitos. Y el ámbito de la ciencia no es ajeno a esta situación».
«Es falso que las chicas elijan con libertad, como es falso que los chicos lo hagan. Hacer visibles a científicas ayuda a romper estereotipos, ayuda a que las mujeres conquisten el espacio público, ayuda a que las chicas tengan referentes cercanos, ayuda a que los chicos quieran parecerse a mujeres a las que admiran… Nadie pretende convencer a las chicas a que hagan una carrera científica “a la fuerza”, ese discurso es engañoso y malintencionado. Proviene de personas que no quieren que las cosas cambien».